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29 de marzo de 2024
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Brasil gritó tricampeón en el Mundial de Voley
10 de octubre de 2010
Brasil no dejó dudas en el Palalottomica de Roma, aplastó a Cuba y se quedó con el premio mayor del voley por tercera vez consecutiva.

El equipo de Bernardinho es el dueño del vóleibol mundial.

Llegó como favorito y no le tembló el pulso. Ni siquiera cuando su entrenador decidió reservar algunos jugadores contra Bulgaria para acceder a una tercera ronda más accesible.

Pero eso ya es historia vieja. La realidad indica que los sudamericanos son los mejores y que se llevaron un campeonato con cierta facilidad. El 3-0 (25-22, 25-14 y 25-22), en apenas una hora y 14 minutos, es un claro ejemplo.

La diferencia estuvo en el espíritu de uno y otro. A Brasil el público lo recibió con silbidos por esa sospechosa derrota. Y no le importó. Salió a comerse la cancha. Se notó en sus jugadores, y también en su entrenador, Bernardinho que celebró el 4-2 revoleando sus muletas.

En un abrir y cerrar de ojos, y por dos terribles saques de Vissotto y Dante, el campeón se puso 8-3. Dos armas fueron fundamentales para dominar con tranquilidad el primer set: servicio y bloqueo. Cuba esbozó una pequeña reacción, se colocó a tiro (21-19) pero fue una ilusión. Theo pegó sobre la izquierda y asunto liquidado.

El segundo fue un calco del primero. Con un Brasil dominante. Que en una ráfaga obtuvo una diferencia increíble. Especialmente para una final: 7-1. Los de Bernardinho hicieron todo bien.

Defendieron como leones. Y no perdonaron en ataque. Los cubanos, nuevamente, aportaron lo suyo con una sucesión de errores. Un toque en la red de Bruno, el hijo del DT, marcó 16-10. De allí hasta el cierre del set, los sudamericanos anotaron 9 puntos contra cuatro de su rival.

Los cubanos comenzaron más metidos en el comienzo del tercero. León y Simón acertaron y se ajustaron pequeños detalles en la recepción. Cuba estuvo arriba en el marcador por primera vez en el partido. En el 2-1, en el 5-4. Pero se enchufó Vissotto y fue más de lo mismo. Pasó la noche y Cuba jamás logró bloquear los ataques brasileños. La ansiedad demoró el merecido festejo. Los centroamericanos levantaron tres match points. Pero no pudieron con el salto de Vissoto.

Entonces, los silbidos que recibió Brasil se transformaron en aplausos. Los jugadores festejaron e hicieron el avioncito en tres oportunidades. En el último llegó la ovación de los 11.605 espectadores. Y fue samba y carnaval.