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Por Emiliano Rodríguez
Alemanes estallaron recién en el cuarto gol
9 de junio de 2006
Por Emiliano Rodríguez, desde Nuremberg

Los alemanes son ordenados y disciplinados, pero ni siquiera sus férreas costumbres pueden escapar de un evento global que sacude las emociones, como el Mundial de Fútbol.

Me tocó vivir el partido inaugural desde Nuremberg, una ciudad de la Baviera alemana nacida en la Edad Media que tiene medio millón de habitantes, los cuales no se hicieron notar mucho en las calles hasta que el triunfo ante Costa Rica (4-2) estaba asegurado.

Tal vez porque a la hora del partido había que trabajar, las calles no demostraban el movimiento esperado para un partido inaugural del Mundial.

Recién en el tercer gol, pero sobre todo con el cuarto, los alemanes dieron más señales de vida y hasta se animaron a salir a la calle, bajo la atenta mirada de los "polizie", que no permitieron exabruptos.

Igual, la pasión por el fútbol se notó con más fuerza en los hombres.

Fue evidente en ese negocio de telefonía celular donde antes de que comenzara el partido había mujeres y hombres atendiendo y, al volver en plena disputa, sólo habían quedado las damas teutonas. Ellos, miraban el partido en un televisor pequeño.

Sí se nota en las calles alemanas que la industria de la indumentaria hará su agosto en este Mundial, porque cuesta ver a un alemán sin la camiseta de su selección. Blanca y de Adidas, por supuesto.

Destruida y resucitada después de la segunda gran guerra, Nuremberg es la casa grande de la Selección argentina en este Mundial.

Todos esperamos quedarnos aquí hasta el último día, acompañando a los dirigidos por José Pekerman. Ojalá así sea.