Noticias actualizadas las 24 horas Información clave para decidir
16 de abril de 2024
Seguinos en
Por Adrián Taccone
Sufrimientos por doquier, pero con sonrisas al fin
10 de junio de 2006
Ver un primer partido de Argentina en un Mundial de fútbol es agotador. Los nervios, la ansiedad, el malhumor, la angustia, todo se combina de manera perfecta para conseguir una linda contractura, una discusión familiar o una molesta acidez.

Lo que sucedió en Hamburgo no fue la excepción. Si bien el resultado final (2-1) dejó sonrisas aliviadoras en varias viviendas de Argentina, donde la pasión desbordó una vez más, el partido ante Costa de Marfil encendió la alarma para un futuro próximo.

Al menos, se decían algunos, el "Pato" Abbondanzieri volvió a ser ese arquero casi invencible de Boca, y la vigencia de Hernán Crespo y el oportunismo de Javioer Saviola, trajeron alivio a la ofensiva.

También se destacó la tarea de Roberto Ayala, el centenario jugador argentino que supo contener de manera impecable al peligroso Didier Drogba, quien sin embargo marcó el descuento marfileño.

El final del primer tiempo los hogares argentinos estaban confiados, pese a que Costa de Marfil supo manejar mejor el balón y llevó peligro latente hacia el arco nacional.

Pero Crespo y Saviola fueron más efectivos que Drogba y compañía y los primeros 45 minutos terminaron siendo color albiceleste.

Luego aparecieron las dudas en su más pura expresión. Los 15 minutos finales fueron interminables, porque Argentina no estaba bien parada en la zona media de la cancha y los introducidos por Pekerman poco resultado dieron.

El grito de desahogo que brindaron los argentinos en el lugar que eligieron para seguir las alternativas del encuentro -acompañado de abrazos y besos- habla a las claras de que el triunfo valió más que tres puntos, aunque queda mucho por mejorar, y por ahora todos contentos festejan.