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27 de abril de 2024
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Por Adrián Taccone
Siempre hay que ponerle unas fichas a Palermo
6 de agosto de 2006
Debió sortear quizás una de las más difíciles semanas de su vida. No estamos hablando de las cuestiones profesionales, sino aquellas que tienen que ver con el hombre, el ser humano, el que quedará marcado cuando la pelota y los pantalones cortos ya sean cosa del pasado.

Pero no se escondió. Necesitó salir al ruedo nuevamente y por eso le pidió a Alfio Basile estar frente a Banfield en el arranque del torneo Apertura. Quería demostrar y demostrarse algo que está implícito en todo gran jugador: el temple.

Martín Palermo, de él se trata, sorteó una vez más a puro gol la difícil situación que la vida le planteó.

No fue en otro escenario que la Bombonera, que lo cobija, lo mima, lo quiere y lo agranda. Los hinchas saben que mientras Palermo está en cancha, un gol está latente.

Fueron dos apariciones fulgurantes, como todo goleador necesita en un partido cerrado, de dientes apretados y sin demasiados resquicios.

Logró sobreponerse a una rotura de ligamentos cruzados -pese a estar así le hizo un gol a Colón en Santa Fe-, también sorteó la fractura de una pierna, durante el festejo de un gol en el Villarreal, y ahora la vida le dio un cachetazo, pero Palermo no quiso quedarse lamentando, demostró que tiene agallas para seguir adelante.

La Bombonera lo ovacionó cuando a 12 minutos del final se fue reemplazado por Guillermo Barros Schelotto y recibió además el especial aliento de Diego Maradona.

Ya había hecho lo que mejor le sale, goles. Seguramente no serán aliviadores de tanto dolor, pero sirven al menos para poner un poco de paz, a un corazón golpeado.