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26 de abril de 2024
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Por Adrián Taccone
La emoción de un equipo
29 de agosto de 2006
Emoción, esa es la palabra que bien podría caberle a lo que transmite el equipo argentino de basquetbol, que allá, en Japón, volvió a meterse entre las mejores cuatro selecciones del mundo.

Ver a basquetbolistas consagrados, que ganan millones de dólares/euros, jugar con la pasión de un adolescente, como aquél que aún no consiguió nada, es sin lugar a dudas para no escatimar elogios.

Si hasta el propio Andrés Nocioni reconoció estar "sorprendido" por la actuación del equipo nacional, no porque dude de sus cualidades, sino debido a que es difícil que un plantel se mantenga tanto tiempo en los pirmeros planos de la elite mundial.

Tras la categórica victoria ante Turquía 83-68, que por momentos tuvo una diferencia de 35 puntos, los jugadores argentinos quieren la "revancha" frente a España, una selección que está en muy buen nivel también y que ha sido un problema para los sudamericanos en las últimas presentaciones.

Lo bueno de este equipo, es que no es "Ginóbili-dependiente" como podría imaginarse en lo previo, ya que el bahiense es la máxima estrella y en su mano ya posee dos anillos de la NBA.

La rotación de jugadpres fue determinante a la hora de definir y mantener los resultados de los partidos, algo que también sirve para tener el ánimo en alto de sus componentes.

La Liga Nacional de basquetbol, que soñó hace más de dos décadas el recordado León Najnudel, trajo sus frutos en esta "generación de oro", como se denomina a los jóvenes argentinos de la selección.

Ya consiguieron el subcampeonato en Indianápolis 2002, la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 y ahora van por el trofeo máximo en un mundial nuevamente. Queda poco, no es mucho, pero tampoco sencillo. La emoción -igual- seguirá reinando.