Argentina llega a la Copa América con la obligación de conseguir un éxito que se le esquiva desde 1993, cuando el mismísimo Alfio Basile llevó a la albiceleste a conseguir su último título de relevancia.

La cita es en Venezuela, país que desde hace algunos años -por la afinidad entre los presidentes Néstor Kirchner y Hugo Chávez- recoge con beneplácito a este equipo argentino.

Las ganas por quedar en el bronce, como se dice comunmente, hizo que los principales jugadores argentinos dijeran "sí" al llamado de Basile, para que una generación de grandes futbolistas por fín puedan quitarse de encima ese peso de ser algo más que candidatos y ratificar sus trayectorias.

Los regresos de Juan Román Riquelme, quien hizo una excelente Copa Libertadores con Boca, y el experimentado Juan Sebastián Verón, hace ilusionar a todo un país, con las sociedades perfectas que puedan armar con Lionel Messi, Carlos Tévez o Hernán Crespo.

Esta vez no hay excusas, sobre todo si se tiene en cuenta que Brasil -el equipo defensor del título- no lleva ni a Ronaldinho, Ronaldo y Kaká, y sólo tiene como figura excluyente al delantero del Real Madrid, Robinho.

"Si no llegamos a la final somos una mierda", reconoció el propio Basile, dando a entender el compromiso y la responsabilidad que tiene la selección argentina en este certamen.

Los rivales a vencer para el equipo nacional, están entre Brasil, Colombia y Paraguay, aunque siempre es importante arrancar con buen pie, y en ese sentido el primer objetivo es Estados Unidos, luego se verá.