Mucho se habla de Boca, con o sin Riquelme, de la preponderancia del habilidoso estratega en el funcionamiento de un equipo, pese a que su capacidad de conducción es dilapidada por la dirigencia del Villarreal de España, que no sabe dónde mandarlo y el mundo futbolístico no lo entiende.

Por un carril paralelo, Boca sabe que debe tener un "Plan B", por si Riquelme no viene, incluso teniendo en cuenta que ya se llevan jugadas seis fechas y el torneo está en ebullición.

En ese contexto, Boca tuvo una semana a conciencia, donde el equipo que estaba buscando Russo salió a relucir toda su capacidad y experiencia para afrontar los momentos críticos.

Primero le ganó con lo justo a Gimnasia y Esgrima La Plata (2-1), entre semana dio cuenta del líder Independiente, que ostentaba la punta y el invicto, con un 3-2 inapelable.

El salto a la cima estaba ahí nomás y necesitaba una ayuda justamente del lobo platense y llegó con el 1-0 al "rojo" y ahora debía sumarle un triunfo ante un Huracán que fue a La Bombonera con un invicto y la ilusión de dar el "batacazo".

Trabajo, esfuerzo, perserverancia, pero poco juego, fue lo que ofreció Boca, lo peleó y lo ganó, con un penal lícito y una convicción como solo un equipo con pretensiones puede dar.

Así Boca sacó chapa de candidato, algo que siempre estuvo latente pero debía ratificarlo en la cancha, y no falló.