Ya dijimos lo emocionante que era ser Pumas luego de la victoria ante Francia en el arranque del mundial de rugby.

Pero lo hecho ante Irlanda hizo que el orgullo por ver a estos deportistas, deje incluso, escapar una lágrima.

La capacidad de conducción de Juan Martín Hernández, por momentos haciendo recordar al gran Hugo Porta, la estrategia de Agustín Pichot, un verdadero pequeño gladiador, y los choques mortales a los que se arriesgan los "gordos" como Roncero, Longo -impecable- y "Nacho" Fernández Lobbe, conmueven.

El partido con Irlanda es un "clásico" de los mundiales, por los antecedentes de ambos, tanto en 1999 (triunfo argentino), como en el 2003 (victoria británica), y además los isleños se jugaban la clasificación.

Argentina no dejó espacio para la duda, lo adormeció a drops con un Hernández efectivísimo en esa acción -de izquierda y derecha- y así fue aniquilando las esperanzas verdes.

Los de Marcelo Loffreda llegaban a este mundial como la "cenicienta" del grupo, podría decirse, porque compartían con Francia e Irlanda, supuestamente superiores a Los Pumas.

Pero dos triunfos inapelables de los albicelestes los dejaron primeros en la zona y así le pasaron un lindo "regalito" a los locales franceses, que ahora al terminar segundos deben enfrentarse con los poderosos All Blacks, en cuartos de final en Cardiff (Escocia), algo para nada previsto.

Argentina, con el triunfo, se quedó en París, para recibir a Escocia, un equipo al que se le puede ganar, pero que como todos los británicos, tiene historia en este deporte.

De ahí a meterse entre los cuatro mejores equipos del mundial hay sólo un paso, y tal vez para esa instancia el rival pueda ser Sudáfrica.

Pero para eso falta mucho, ahora hay que seguir disfrutando del esfuerzo de estos muchachos, que han dado una lección de rugby y solidaridad, para decirles al mundo que en Sudamérica hay Pumas que no aflojan nunca.