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Por Adrián Taccone
David emociona, pese a todo
13 de abril de 2008
Al hablar de una persona, en especial de un deportista, se puede llegar a caer en la sobredimensión de su figura, tanto para elogiarlo, como para criticarlo de manera enérgica.

En este caso el "elegido" es David Nalbandian, el mejor tenista argentino de la actualidad, que durante una serie complicada ante Suecia demostró porqué es uno de esos hombres que siempre está en el centro de la escena.

Ganó dos partidos de singles y se adjudicó, junto a Guillermo Cañas, el dobles, para meter al equipo argentino una vez más en las semifinales de la Copa Davis, ese trofeo tan esquivo al tenis nacional, que bien merecido tiene lograr el objetivo.

Puso garra, corazón, amor propio y voluntad, para dejar de lado errores como la desconcentración, la ausencia de serenidad y cierto grado de sobrar la situación.

Él mismo reconoció que corrió mucho para vencer a un infranqueable Robin Soderling, un jugador que parece duro en movimientos, pero tiene una variedad de golpes increíbles.

Desde hace bastanteo, allá por el 2002 cuando debutó en el equipo de Copa Davis en la semifinal ante Rusia jugando el dobles junto a Lucas Arnold, en un partido que duró más de seis horas -el más largo de la historia de este torneo-, Nalbandian dio muestras de cómo siente los colores nacionales.

Su récord de 14 victorias, entre singles y dobles, no son sólo una mera mención anecdótica, sino que habla de un hombre que aparece en las difíciles, que se sobrepone a lo que se le presente y trabaja en pos de un equipo, de un objetivo y de un sueño.

A veces quisiéramos tener más "nalbandianes" en esta sociedad argentina que se debate entre lo moral y lo legal, que muchas veces pierde las fuerzas, se deja convencer gratuitamente perdiendo el horizonte de su vida.

Siempre hay una volea más por jugar, una chance que sirva de remate a una ilusión y la ensaladera de plata no parece ahora una quimera, sobre todo si se mira el cuadro de competencia.

Vendrá Rusia en septiembre, un rival por demás complicado, pero la definición se hará en casa y sobre polvo de ladrillo, ya sea con España o Estados Unidos, los otros dos semifinalistas. Soñar no cuesta nada, si encima se cuenta con "El Rey David".