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Por Adrián Taccone
Emociones argentinas por el mundo
21 de mayo de 2008
Las imágenes son similares. Las sonrisas a flor de piel y los brazos al cielo, como agradeciendo el momento que estaban disfrutando.

En la fría y lluviosa Moscú, un argentino retacón y con unas agallas enormes, llamado Carlos Tevez, se consagró en la Liga de Campeones con el Manchester United, consiguiendo el décimo galardón en su exitosa carrera.

"Carlitos" fue uno de los motores del equipo conducido por Alex Ferguson y que consiguió una copa tremenda, en una -también tremenda- definición por penales ante el Chelsea, tras el 1-1 del tiempo reglamentario, que terminó 6-5.

El jugador argentino se consagró en la meca del fútbol europeo, como en su momento lo hizo con Boca, al ganar la Copa Libertadores.

En Guadalajara, bajo un calor por momentos sofocante, otra sonrisa, igual casi que la de Tevez, se expandió en tierras mexicanas, fue la de Martín Palermo, autor de los tres goles con los cuales Boca Juniors superó al Atlas, por los cuartos de final de la Copa Libertadores.

El eterno Palermo demostró una vez más que a sus 34 años es temible cuando el arco está cerca y él pisa el área.

Fue artífice, con sus goles, de un paso fundamental de Boca en el torneo continental y así se metió en las semifinales, en lo que es la defensa del título obtenido el año pasado.

Muchos podrán criticar el juego de Palermo, pero nadie duda de su efectividad, de su injerencia en una serie tan complicada como parecía ser ante el Atlas, tras el 2-2 en Buenos Aires.

Con todos sus defectos, pero con muchísimas virtudes, Palermo se erigió una vez más en el héroe albiazul, para seguir marcando este tiempo en la historia del club, más allá de goles y presencias, de amores y odios, "Martín" es necesario.

Tevez y Palermo, alguna vez compañeros en Boca, marcaron el termómetro de este fútbol argentino que siempre da satisfacciones y sigue demostrando que está vivo.