"Muerto el perro, se terminó la rabia", así de lapidaria y veraz fue la frase de despedida de Claudio Borghi al dejar libre el banco de suplentes de Independiente, luego de tres derrotas consecutivas.

El fusible de un equipo que marcha mal en un torneo siempre es el mismo: el entrenador y este torneo Clausura ya se cobró a varios.

Huracán, Gimnasia y Esgrima La Plata, Estudiantes y Rosario Central, ya saben lo que es eso de perder un técnico en pleno Apertura, y ahora esa lista suma a un integrante más, como es Independiente.

Tal vez, desde este lugar, dé bronca que un hombre de fútbol como Borghi -exquisito como ciclotímico en su época de jugador- no pueda terminar de concretar el buen discurso que tiene al ver y expresar el fútbol, que llegaba con un buen pergamino como es el tricampeonato conseguido con Colo Colo en Chile.

"Nadie puede resistir tres derrotas seguidas en un torneo, menos en Argentina", reconoció Borghi antes de dejar Avellaneda.

La vorágine de los torneos cortos hace que los cambios en los banquillos de los equipos sea lo primero de lo que se empiece a hablar y las apuestas surgen para saber cuántos de los 20 que arrancan, llegarán al fin del certamen.

Seguramente las cosas no variarán demasiado en el corto plazo. La impaciencia de los hinchas y las cobardías de algunos dirigentes sean quizás el combo perfecto para que ese fusible -llamado "DT"- se renueve, aún a contra gusto del protagonista.