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Por Adrián Taccone
Tumbas de la gloria
23 de noviembre de 2008
Una vez más. La tercera. La gloria deportiva en la Copa Davis se niega a vestirse de celeste y blanco, ya sea por errores propios o virtudes ajenas, lo cierto es que la Ensaladera de Plata volvió a ser acariciada, pero no alzada.

Al hacer un balance de un fin de semana plagado de tensión, nervios y miles de versiones, lo único valedero es el resultado, y en ese sentido, España se quedó con la gloria y Argentina terminó siendo una tumba.

De nada sirvió que España no tuviera al mejor jugador del mundo, el mallorquín Rafael Nadal, que Argentina abandone su hábitat natural -el polvo de ladrillo y el Buenos Aires Lawn Tenis-, y que apareciera la figura de Juan Martín Del Potro. Todo al final, cayó en saco roto.

El alma de José Acasuso no pudo con un Fernando Verdasco, quien se convirtió en figura en el dobles y ratificó su puesto 16 en el ránking mundial en el single.

Argentina aportó lo suyo. Un Nalbandian enchufado en el juego, pero demasiado egoísta puertas adentro en el vestuario, y un estadio marplatense que alentó en gran parte de la serie, quedaron cortos para alcanzar el único título por equipo que el deporte argentino carece.

Todo puede reunirse, pero tal vez nunca alcance. Habrá llegado el momento de hacer un balance y una autocrítica y ver dónde estuvieron las falencias para que el triunfo no pueda ser, más allá de la superioridad española en algunos puntos de la serie.

Lejos estamos de esta gloria tenística que se empeña en escurrirse, en esconderse y en dejar ese sabor amargo, como si uno no pudiera sino sentir impotencia, por que tal vez como nunca algo estuvo tan cerca, y quedó tan, pero tan inalcanzable.