Mucho se habla siempre de que en el fútbol lo importante es ganar, luego jugar bien. Ese es al menos el discurso que algunos "salvadores" o "mediocres" de este deporte quieren instaurar como dogma, aunque lógicamente no han visto en acción a este Huracán 2009 conducido por Angel Cappa.

Sin estridencias, haciendo circular la pelota de lado a lado, sabiendo dónde están sus limitaciones pero explotando al máximo las cualidades de sus hombres más virtuosos, este equipo de Parque Patricios reúne los requisitos necesarios e indispensables para ilusionar.

Si alguien hubiera dicho que Cappa, con una camada de jugadores jóvenes como son DeFederico, Pastore o el propio Federico Nieto o Bolatti, podría estar peleando palmo a palmo el título, pocos le habrían creído.

Pero así, como quien no quiere la cosa, utilizando recursos básicos y elementales, como el cuidado del balón, la rotación, la habilidad y el respeto por una línea de juego, Huracán hizo que su público -ese fiel que muchas veces fue desilusionado- volviera al Tomás Ducó, se sienta identificado con la oferta y recupere nuevamente la confianza.

La apuesta de Cappa no es menor, está atada a una filosofía de juego y a un pensamiento que por un tiempo parecía que era "mala palabra". Por suerte el fútbol argentino sigue entregando jugadores para plasmar todo eso en una cancha y encima obtener resultados.

El torneo Clausura habrá de tener un campeón, que podría ser o no Huracán, pero lo que nadie se olvidará, sobre todo aquellos que quieren al fútbol en su concepción, es de este "globito" versión 2009.