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Por Adrián Taccone
Los desaguisados de Don Julio y compañía
25 de julio de 2011
La Asociación del Fútbol Argentino (AFA), o lo que es mejor decir, su presidente Julio Grondona, comenzaron a transitar por un camino en el que las cosas no tienen una razón, donde se dicen sin tener en cuenta los plazos, contratos o proyectos. Donde la verticalidad tiene como argumento el humor o la manera en que uno se levanta.

En esos términos, con esos parámetros, es que se decide "echar" a Sergio Batista como entrenador de la selección argentina, aunque claro, se adujo que el entrenador puso "a su disposición" la renuncia.

El tema que hizo estallar la crisis fue la pésima Copa América realizada como anfitrión, pese a que en un principio nunca se puso en duda la continuidad de Batista, pese a lo que pudiese pasar antes de que el certamen comenzara.

Lo increíble es que Batista hacía unos 10 días confirmó que dos meses atrás había firmado su contrato que lo ligaba a la AFA, pese a que hacía casi un año que estaba al frente de la selección mayor.

Ante el estrepitoso fracaso, la AFA -dirigentes mediante, pero Grondona a la cabeza- decidieron decirle a Batista que su lugar quedaba vacante para tomar "siete días" como plazo para elegir a su sucesor, que tiene tres candidatos: Alejandro Sabella, Gerardo Martino y Carlos Bianchi.

En todo este período de "siete días" los dirigentes irán en busca de un hombre que se ponga al frente del equipo para encarar las eliminatorias sudamericanas que arrancan en octubre y que tienen como objetivo final el Mundial Brasil 2014.

Claro, Batista fue "el último en enterarse" de lo que sucedió en el seno de la AFA y que se venía rumoreando desde hace algunos días y que el lunes por la noche se le dio el cierre definitivo.

Pero no sólo eso, también se decidió que a partir de octubre se empiece a tratar una nueva reestructuración del torneo de Primera División que no tendrá 20 equipos, sino 40, dado que se fusionarán los de primera con los del Nacional B y que empezaría a funcionar en agosto de 2012.

Esta idea "revolucionaria" está guiada por una especie de "federalización" del fútbol, algo que en los papeles ya se está realizando, dado la gran cantidad de equipos del interior del país que están en primera división, debido a sus logros futbolísticos, y todos los que están en el ascenso, por sus falencias en ese sentido.

Los argumentos que se esgrimen son de por sí, cuanto menos ridículo y por demás sin demasiado sustento.

En algún punto, en determinado momento y en cierta situación, alguien tendría que recordarle a los "popes" del fútbol argentino que no se gana nada a nivel mayores desde 1986 (mundiales) y 1993 (Copa América). Demasiado tiempo.

Los desaguisados de Grondona y compañía no se entienden, como tampoco se comprende que hayan matado a la gallina de los huevos de oro que había fabricado José Pekerman en los juveniles y que nutrieron a la mayor, para darle la oportunidad a la "generación del '86", que apenas pudo obtener una medalla de oro en Beijing 2008 con Lionel Messi como figura y Batista en el banco.