Por Adrián Taccone

Fue un grito al unísono, como una exhalación colectiva. La garganta llena de gol, de alegría, de contención acumulada y de respiro y esperanza.

No solo fue en Lionel Messi tras el zurdazo del penal, sino de todo un país que se encolumna en una misma ilusión, un sueño, para poder dejar atrás tantas amarguras.
La Selección argentina de Lionel Scaloni se repuso de sus heridas, logró vencer las adversidades -las propias y las ajenas- para llegar a la final del mundo y mantener esa estadística albiceleste que dice que cuando un equipo llega a semifinales, seguro juega el partido decisivo.

La producción del equipo fue de menor a mayor y hasta el momento tiene su punto cúlmine en la goleada 3 a 0 sobre Croacia, actual subcampeón del mundo y con jugadores de experiencia y calidad.

Pero claro, Messi está de este lado del Atlántico, con esa rebeldía futbolística y ese potrero que tiene la marca de Rosario, para poder colocar al equipo afista en la final del próximo domingo a las 12.00 en el estadio Lusail de Qatar.

Carácter, determinación, bronca y hasta inteligencia para poder medir los tiempos y los momentos, este equipo marca Qatar 2022, sabe lo que quiere y luego del "piñazo" de Arabia Saudita y el 2 a 1 en pocos minutos, dejó a Argentina mascullando su propia revancha y vaya si lo consiguió.

Sufriendo y sin darse tiempo para disfrutar casi nada, así fue sorteando las diferentes etapas de este mundial que deja a un Messi que es amo y señor del juego, pero que tiene acompañantes de lujo como Julián Alvarez, Rodrigo De Paul, Enzo Fernández y Alexis MacAllister, en un contexto general que permite soñar y abrazarse a una nueva ilusión.