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Hay más de 30 conflictos similares al de la ex Terrabusi
Son contra el sector público y el privado. El denominador común es que la CGT y el Gobierno fueron desbordados por un nuevo emergente surgido de las bases
30 de septiembre de 2009
Acostumbrado desde el inicio de su Gobierno a 'administrar' los conflictos sociales, el kirchnerismo no sabe cómo actuar ante el creciente reclamo de grupos de trabajadores no alineados con la CGT y cercanos a posiciones de izquierda.

"Son la ultraizquierda, no tenemos nada que ver", bramó Hugo Moyano en medio del conflicto que concluyó con represión en la fábrica Kraft, horas antes de que se produjera la represión por orden judicial.

Los despidos y la represión que sufrieron los trabajadores de la ex Terrabusi pusieron, como hacía rato no ocurría, la conflictividad laboral en la agenda política. Los datos oficiales no ayudan a precisar la dimensión del problema.

Apenas se sabe que el INDEC admitió la pérdida de 226 mil puestos de trabajo y que, en coincidencia, la Unión Industrial Argentina confesó la misma cantidad de despidos.

Pero en el sector privado, los pocos que contabilizan el problema sostienen que el proceso de cesantías empezó en octubre del año pasado y tuvo su pico en agosto.

Crítica de la Argentina consultó además a un grupo de referentes gremiales, alejados de la CGT: todos aseguraron que el fenómeno va en ascenso. El ministro de Trabajo no esquivó hablar del tema. Ayer juzgó que era “preocupante” la “inusitada vocación por los cortes”, que en las últimas horas volvieron a protagonizar trabajadores y piqueteros en los principales accesos a la Capital Federal. “Hay algo detrás”, calculó Carlos Tomada.

Un recorrido por distintos puntos del país deja en evidencia el feroz desencuentro que atraviesa la relación entre empleados y empleadores. El caso de la empresa norteamericana Kraft, en la que los tironeaos llegaron hasta la represión policial a los trabajadores, prendió la señal de alarma al mismo tiempo que opacó otros conflictos que, en apariencia, tienen menor envergadura como los 106 despidos del Correo Argentino en sus sedes bonaerenses de Retiro, Benavidez y Monte Grande, por los cuales hoy habrá tres marchas de protesta.

Y hay más: en Entre Ríos, los docentes pararán a partir de mañana y por dos días en reclamo de un aumento salarial; en Córdoba el Sindicato Luz y Fuerza continuará con huelgas esporádicas y reclamos callejeros también por una mejora en sus sueldos. Mientras que las suspensiones y los despidos no cesan: en Río Negro y Neuquén 226 trabajadores petroleros perdieron el empleo. La santafesina Paraná Metal continúa con 700 empleados parados, y en Capital Federal los trabajadores del diario Crónica siguen en vilo porque la conducción del diario maneja un plan de 150 despidos.

Son sólo casos testigo. La consultora Tendencias Económicas informó que en agosto los paros alcanzaron un nivel récord en lo que va de 2009: involucraron a más de 1,7 millones de trabajadores. “Hasta ahora, septiembre fue un poco más suave que agosto en contra de lo que podría pensarse, tanto en huelgas como en despidos y suspensiones. Sin embargo, contra septiembre del año pasado hubo una suba fuerte en los tres indicadores”, analizó José Luis Blanco, director de la consultora.

Mariano Sánchez, uno de los tres coordinadores de la Corriente Clasista y Combativa, no duda. “En la mayoría de los gremios, la conflictividad va en aumento. La crisis se está haciendo sentir con todo. Pero las cifras de despidos son difíciles de conseguir porque se tapan. Por ejemplo en Metalúrgica San Cayetano hubo 50 despidos, pero el titular de la UOM, Antonio Caló, dice que en su gremio no hubo ningún despido”, señaló Sánchez.

Buena parte de las protestas sindicales que se iniciaron en las últimas semanas son encabezadas por comisiones internas enfrentadas, olvidadas, no alineadas con la conducción con personería del gremio. Apenas el 20% de los trabajadores está afiliado a alguna organización sindical y, muchas veces, esa afiliación es compulsiva.

El secretario de Finanzas de la CTA, Daniel Jorajuría, asegura que se está creando un “cóctel peligroso”. “Hay muchas cosas que están a la vista y que son conflictos testigo. Partíamos de un gobierno que negaba la crisis y negaba despidos masivos. Héctor Recalde decía que mientras en el mundo la crisis causaba despidos masivos, en la Argentina había aumentos de salarios masivos”, explicó.

Vilma Ripoll, dirigente del Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), cree que la actitud de los trabajadores frente a los despidos cambió.

“Los trabajadores aprendieron de lo que pasó en 2001. Saben que la indemnización que pueden recibir es pasajera y por eso se aferran a sus trabajos. Ven un gobierno débil y sin respuesta y no piensan quedarse de brazos cruzados hasta convertirse en piqueteros”, analizó.