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Lo violaban, pidió ayuda por SMS y el abusador fue preso
Cuando sucedieron los hechos, la víctima, que era su sobrino, tenía 11 años. Abusaba de él cuando la madre lo dejaba a su cuidado porque tenía que ir a trabajar
2 de junio de 2010
Avergonzado, temeroso y retraído, el chico buscó una manera secreta para liberarse de su angustia. A los 11 años, le envió un mensaje de texto desesperado a su hermana de 16 para contarle los abusos de un familiar.

“Ta, el tío Daniel me viola y no sé cómo decírselo a mami, sos la única que me puede ayudar”, escribió el chico una noche. Eso disparó una denuncia que terminó tres años después. Exactamente ayer, cuando Julio Daniel García (50) –pareja de la tía de los chicos– fue condenado a 18 años de prisión por las violaciones.

El nene encontró en el SMS del celular la forma de “manifestar algo que lo atormentaba”, dijeron los jueces en el fallo, al que tuvo acceso el diario Clarín. Lo redactó acurrucado y acostado en la cama cucheta que compartía con la hermana. “No se animaba a hablar del tema cara a cara. Tenía temor y sentía culpa”, concluyeron los peritos psiquiatras que declararon en las audiencias. Un abrazo con la chica entre lágrimas y en medio de la noche apenas pudo mitigar tanta angustia encerrada.

Es que, según quedó comprobado en el juicio oral realizado en los Tribunales platenses, García habría abusado por lo menos tres veces de su sobrino en el verano de 2007, informó Clarín.

El chico se quedaba en su casa de Olmos –a 20 kilómetros del centro de La Plata– porque en esa propiedad había una pileta. García vivía con Mirta, hermana de la madre de la víctima.

El violador aprovechaba la madrugada para “entrar a la cama” donde el nene descansaba, cuando la mujer salía a trabajar en el Mercado Central.

Después de ese relato afligido, la hermana que recibió el texto se lo contó a su madre y la mujer hizo la denuncia. A las tres semanas, los investigadores detuvieron a García.

J.G. (son las iniciales del chico abusado) tiene ahora 14 años. La semana pasada fue citado como testigo y su aporte resultó clave para la condena.

“No pudo precisar el número de veces, pero afirmó que fueron varios los ataques padecidos”, dijo a Clarín el camarista Emir Caputo Tártara, quien fundamentó el fallo. “En estos casos, a los chicos les cuesta mucho relatar los hechos. Temía comentárselo a sus padres por temor a que lo retasen”, aclaró el juez.

Según los peritos, el violador presenta una “típica personalidad psicopática”. Los compañeros de la remisería donde trabajaba y otros testigos presentados por la defensa se sorprendieron ante la acusación.

Sin embargo, en el proceso se conocieron otros episodios que comprometieron a García. La hermana de J.G. dijo que “cuando tenía 11 años una vez me tocó por debajo de la pollera y me dijo ‘no tengas miedo que no te va a pasar nada’”. En otra ocasión la abrazó por atrás y volvió a manosearla. De acuerdo con el testimonio, logró zafar de la situación porque en ese momento llegó la esposa del agresor.

También expuso ante los jueces otra prima del nene violado, y contó episodios similares. Dijo que García visitaba la casa de sus padres y “aprovechaba cuando ellos no estaban para acercarse y tocarme”.

El defensor de García pidió la nulidad del proceso y la absolución del imputado por presuntas irregularidades técnicas, pero su planteo fue rechazado. No obstante, en el fallo los jueces del Tribunal Oral N° 4, Caputo Tártara, Juan Carlos Bruni y Liliana Elizabeth Torrisi, tuvieron en cuenta como atenuantes para la condena la falta de antecedentes del acusado y el “buen concepto” que sobre su persona aportaron testigos en la audiencia.

La corta edad de la víctima y la responsabilidad como “guarda” del menor que García tenía mientras el chico estaba en su casa fueron algunos de los agravantes considerados por los jueces en su sentencia.

La víctima –que comienza a atravesar la adolescencia– y su familia todavía luchan por intentar dejar atrás las secuelas que marcaron su infancia.