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Fábrega le ganó la primera pulseada a Kicillof
El ministro resistió seguir perdiendo reservas y se fue corriendo al Banco Central para frenar la venta de divisas, pero el jefe de la autoridad monetaria le explicó que había que jugar
23 de enero de 2014
Con su ideologismo a cuestas, Axel Kicillof buscó impedir que Juan Carlos Fábrega aplicara una solución de mercado para evitar que el dólar se apreciara aún más a nivel oficial y llegara peligrosamente a niveles aún más estratosféricos de los que alcanzó.

Ocurrió en una jornada caliente y de gran desorientación, que desnudo la impericia del equipo económico para manejar la crisis.

El alerta rojo sonó cuando el Banco Provincia hizo una operación de venta de dólares a $ 8,30, y el sistema financiero comenzó a preguntarle al BCRA si ese era el nuevo piso oficial para la divisa norteamericana.

El directorio estaba en plena reunión y ya Kicillof se había incorporado con sus aires mandones al encuentro.

Allí sonó la voz de Fábrega para explicarle al joven funcionario que había que vender lo que hiciera falta porque la Argentina no se podía dar el lujo de convalidar precios que de por sí ya eran estratosféricos.

Aunque Kicillof masculló bronca, Fábrega ordenó a la Mesa de Dinero del BCRA poner en el mercdo 100 millones de dólares a 8 pesos.

Así, se logró bajar la cotización que en algunas casas de cambios se había disparado a $ 8,60.

Habían pasado las 14 y la sensación de anarquía en el mercado cambiario era desconcertante.

La pulseada la ganó Fábrega, quien estaría decidido a ir por más y subir las tasas de interés para atenuar la fuga de pesos al dólar.

Kicillof sostiene que eso paralizaría la economía, pero la respuesta que le llegó desde el BCRA fue demoledora: "Con este desordena cambiario, la parálisis se producirá igual, y con un costo inflacionario de imprevisibles consecuencias para los sectores más humildes".

El ministro de Economía volvió con la cabeza gacha al Palacio de Hacienda. Cuando llegó, encima le habían cortado la luz. Cartón lleno.