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El Gobierno intenta bajarle el tono al cruce con la Iglesia
Kirchner le respondió a Bergoglio y habló de "poner la otra mejilla". Aníbal Fernández no considera que haya "una colisión" entre el Presidente y el cardenal
24 de abril de 2007
Se abrió unnuevo capítulo en los cruces a los que nos tienen acostumbrados el Gobierno y la Iglesia.

Ayer, hubo una disputa indirecta entre el presidente Néstor Kirchner y el cardenal Jorge Bergoglio, tras la cual el ministro del Interior, Aníbal Fernández, salió esta mañana a intentar bajarle el tono a la disputa y aseguró que no considera que se trate de "una colisión" entre ambas partes.

"Los cristianos hemos sido perseguidos toda la vida", dijo Fernández al parafrasear al presidente del Episcopado, quien advirtió anoche que los católicos de ninguna manera deben esperar la placidez si quieren vivir con fidelidad el Evangelio. "La Iglesia fue, es y será perseguida", afirmó. Momentos más tarde, Kirchner acusó al clero de "no poner a veces la otra mejilla como yo estoy dispuesto a hacerlo".

Fue en ese marco de recrudecimiento de la tensión entre la Iglesia y el Gobierno que fue consultado Fernández. Y, en ese sentido, dijo que no saber si posee "la estatura intelectual ni el conocimiento del dogma como para refutar lo que dice el cardenal primado de la Argentina".

Si bien Bergoglio en su homilía no aludió directa ni indirectamente a la Casa Rosada, sus palabras fueron duras: "Los métodos (de la persecución) fueron y son los mismos: la desinformación, la difamación, la calumnia... para convencer, poner en marcha y, como toda obra del demonio, hacer que la persecución crezca, se contagie y se justifique, parezca razonable y no precisamente persecución".

En tanto, las declaraciones de Kirchner se dieron en momentos en que la tensa relación entre las partes se vio agravada por la negativa de las máximas autoridades del Congreso —supuestamente por indicación presidencial— a concederle una audiencia a la cúpula eclesiástica.

El Presidente afirmó: "Nosotros estamos dispuestos a poner una mejilla, otra mejilla, el corazón, la espalda siempre. (...) Si, a veces, ni quienes predican el Evangelio lo hacen, se imaginan qué difícil es hacerlo para el común de la gente".