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Austria: ecologista frenó por pocos votos a la ultraderecha
Por apenas 31.000 sufragios, un economista 'verde' impidió que la ultraderecha gane en Austria por primera vez desde la Segunda Guerra
4 de diciembre de 2016
Alexander Van Der Bellen, un economista de 72 años de tendencias ecologistas, será el nuevo jefe de Estado austríaco tras vencer por un puñado de votos al ingeniero ultraderechista de 45 años Norbert Hofer.

Van Der Bellen se impuso a Hofer con el 50,3% de los votos contra el 49,7%, una diferencia de 31.026 votos en un país de 8,5 millones de habitantes. La participación llegó al 72,7%. El recuento de los votos depositados en las urnas el domingo había dado una victoria de 51,9% contra 48,1% (144.000 votos) al ultraderechista Hofer, pero el voto postal, equivalente al 14% del censo electoral, revirtió la tendencia.

De las casi 900.000 personas que se habían registrado para votar por correo, más de 700.000 ejercieron finalmente su derecho. Como vaticinaron varios analistas en la prensa austríaca, el voto postal favoreció en casi dos tercios a Van Der Bellen y lo llevó a la jefatura del Estado.

Hofer ganó la primera vuelta hace cuatro semanas con el 35% de los votos, Van Der Bellen quedó segundo con el 21% y los candidatos socialdemócrata y democristiano –cuyos partidos gobiernan Austria en coalición– sumaron juntos un 22%. El 48% de los votantes de Van Der Bellen habían dicho en los sondeos que le darían su apoyo para evitar la victoria de un ultraderechista. “Claro que estoy triste. Me hubiera gustado cuidar por ustedes a nuestro maravilloso país como presidente”, escribió Hofer en Facebook.

Van Der Bellen ganó en las grandes ciudades y en los sectores con más nivel de educación. El ex líder de los Verdes logró repuntar gracias al apoyo de personalidades del arte, la cultura, la economía y la política. Hofer se impuso en el mundo rural y sacó el 86% de los votos de los obreros. El 60% del voto masculino fue a la ultraderecha y el 60% del voto femenino al nuevo presidente.

“Necesitaremos otra cultura”, señaló Van der Bellen tras el anuncio de los resultados. “Una mitad (del electorado) es tan importante como la otra”, afirmó el nuevo jefe de Estado.

La victoria de Van Der Bellen, hijo de refugiados de la Unión Soviética que encontraron cobijo en Austria, es un alivio para una Unión Europea donde crece desde hace años la ultraderecha nacionalista y xenófoba.

Europa veía con temor la posible llegada, por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, de un ultraderechista a la jefatura de un país del club. A pesar de la derrota, el avance de Hofer hasta quedarse a unos pocos miles de votos es un fuerte respaldo a su partido, el FPO, fundado en los años 50 del siglo pasado por antiguos miembros de las SS nazis.

Una victoria de Hofer habría insuflado ánimos a otros partidos ultraderechistas en Europa, principalmente al Frente Nacional francés, primero en los sondeos y que con Marine Le Pen apunta a las presidenciales francesas de mayo de 2017.

El vicepresidente del Frente Nacional francés, Florian Philippot, dijo que el avance de la ultraderecha en Austria es “una gran bofetada” a la UE.

El presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker, que en un movimiento inusual se había inmiscuido en la campaña electoral austríaca pidiendo el voto para Van Der Bellen, reconoció ayer por la mañana en Bruselas que “hay un desamor creciente entre los pueblos de Europa y la UE”. Juncker también dijo que con la ultraderecha “no hay debate ni diálogo posibles”.

Van Der Bellen, europeísta convencido, dijo en la campaña electoral que trabajaría para construir “los Estados Unidos de Europa”. Profesor en la Universidad de Viena, nacido en plena Segunda Guerra Mundial de un padre ruso y una madre estonia, casado por segunda vez tras un matrimonio de 50 años, se le define como un hombre de compromisos.

Varios cancilleres del bloque, reunidos esta mañana en Bruselas, se mostraron preocupados ante la posible victoria ultraderechista. El austríaco Sebastian Kurz intentó calmarles diciendo que el país seguiría siendo “un socio responsable” y pidió “respeto por el resultado con independencia de cuál sea”.

Pero todos no se mostraban tan tranquilos. El belga Didier Reynders dijo que “es preocupante ver lo que pasa en muchos países europeos a través de populistas” y el español García-Margallo dijo que “la ultraderecha no me gusta absolutamente nada”.