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Adiós a Andrew Graham-Yooll, periodista valiente
En medio de la feroz dictadura militar, se animó a publicar la desaparición de personas. Cubrió la guerra de Malvinas y era feroz crítico de Cristina
8 de julio de 2019
Fue el más valiente de los pocos periodistas valerosos que hubo en la Argentina durante la feroz dictadura militar que arrancó el 24 de marzo de 1976.

Se animó, a riesgo de perder la vida, a publicar noticias sobre el secuestro y la desaparición de personas durante el gobierno blindado de Jorge Videla.

A los 75 años falleció el periodista Andrew Graham-Yooll, hijo de británicos y de larga y reconocida trayectoria profesional en medios de comunicación.

Fue el autor del famoso libro Buenos Aires, otoño 1982, que reunía sus crónicas durante la Guerra de Malvinas.

La muerte lo sorprendió en Londres, ciudad a la que había llegado 12 horas antes para asistir al casamiento de su nieta.

Graham-Yooll nació en Buenos Aires pero debió exiliarse en Inglaterra tras el golpe militar de 1976.

Graham-Yool era hijo de una inglesa y un escocés, pero nació en Buenos Aires y aquí vivió hasta 1976, cuando tuvo que exiliarse a la tierra de sus padres tras el golpe militar. Pudo volver en 1982 como corresponsal de The Guardian, entre abril y junio, para cubrir cómo se vivía la Guerra de Malvinas dentro de Argentina.

Hace dos años participó de la Feria del Libro y recordó aquella experiencia en el 35° aniversario del hundimiento del Crucero General Belgrano: "Yo estaba deseoso de volver. Necesitaba volver, estar en mi país otra vez. Pero, al mismo tiempo que quería estar acá, todo alrededor me parecía infame. Uso la palabra infame con cuidado pero con conocimiento. Creo que la infamia mayor fue del Almirante Anaya, que le vendió el paquete al General Galtieri. Creo que la infamia fue de la gente que pensó que eso iba a arreglar el país. Creo que la infamia fue que si Galtieri ganaba de repente era Colón".

Graham-Yool también investigó y escribió mucho sobre la vida de los ingleses en Argentina. Ese interés surgió tras la muerte de su padre en 1963, cuando comenzó a hablar con sus amigos acerca del duro proceso de adaptarse a una nueva tierra y costumbres. Su primer trabajo en una redacción fue en Buenos Aires Herald, donde ingresó, prácticamente sin conocimientos previos, a los 22 años. "Graham Greene dijo alguna vez que había entrado en The Times para aprender a escribir. (...) yo también, sin experiencia alguna, entré en el Herald queriendo ser escritor, o quizá cronista de cultura. Claro que al poco tiempo tuvimos la caída de Illia y la llegada de Onganía, y toda la percepción del periodismo fue cambiando. Y yo con ella, así que pasé a cubrir política. ¡Tanto me fascinó hacerlo que terminé exiliado!", contó.

Y así fue que en 1976 debió abandonar el país y tuvo su primer vínculo profundo con la tierra de sus ancestros.

Durante sus 18 años viviendo en Reino Unido trabajó en distintas publicaciones como The Daily Telegraph (1976-77), The Guardian (1977-84) y fue director de las revistas británicas South (1985-88) e Index on Censorship (1989-93).

En 1993 fue nombrado Fellow en Wolfson College, en la Universidad de Cambridge. Hasta 1995 fue "profesor visitante" del Queen Mary & Westfield College de la Universidad de Londres. Cuando se estableció otra vez en Argentina, tuvo distintos cargos y colaboraciones en medios nacionales. Fue director y luego presidente del Directorio del Buenos Aires Herald, escribió en los diarios La Nación, Página 12, La Prensa, Noticias y publicó distintos libros de crónicas, además de traducciones de poemas y obras de teatro.

Sus libros más famosos fueron, además de "Buenos Aires, Otoño 1982", "Memoria del Miedo", "Pequeñas Guerras Británicas en América Latina", "De Perón a Videla", "Goodbye Buenos Aires", "Rosas visto por los ingleses" y "Tiempo de Tragedias y Esperanzas 1955-2005". Hace dos años, Graham-Yooll donó su archivo personal de fotos, correspondencia y revistas a la Universidad de San Andrés. "No pensé que estaba haciendo una gran contribución a la historia argentina, pero me daba lástima pensar que todo podía ser quemado. Creo que hay archivos personales que deben llegar en su momento a ser públicos, la historia se sigue revisando".