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Estreno de la semana: la atrocidad nazi, revisitada con lucidez y pulso
"El libro negro" reconstruye, de la mano de un experimentado director de Hollywood, la ocupación alemana de Holanda y logra un inteligente thriller bélico y moral
22 de agosto de 2007
Es difícil, a esta altura de la historia, realizar un relato sobre las atrocidades del régimen nazi sin repetirse, sin caer en obviedades, ni golpes bajos innecesarios. Por sólo repasar algunas de las más famosas y recientes, de “La lista de Schindler”, “La vida es bella”, “La caída” y otras tantas propuestas que abordaron desde infinitos puntos de vista el tema del Holocausto, la decisión de hacer un filme sobre el tópico no parece sencillo.

Pese a todo eso, “El libro negro”, una coproducción holandesa, belga, inglesa y alemana, sale bastante airosa del desafío, sin caer en lugares comunes, planteando una historia que refleja la conocida atrocidad del sistema nacionalsocialista y, lo que es aún más complejo, sin aburrir ni un solo minuto.

Antes de adentrarse en los vericuetos argumentales de “El libro negro”, vale mencionar una curiosidad. Su director es Paul Verhoeven, un holandés que se ha hecho conocido por películas altamente comerciales, como “Robocop”, “Recuerdos del futuro” o “Bajos instintos”. La primera incógnita a develar, entonces, es: ¿qué tiene para decir el director de “Robocop” sobre los horrores del nazismo? Entonces, ahora sí, podemos repasar de qué trata “El libro negro”.

La primera de la historia se centra en las desventuras que debe sufrir Rachel Stein, una joven judía, cuando los nazis ingresan en Holanda, ocupan el territorio y despliegan su feroz caza étnica. Persecuciones, escondites, traiciones y lealtades se suceden en la vida de la protagonista, encarnada por la talentosa holandesa Carice van Houten.

La segunda mitad del largometraje, la más interesante, está centrada en las peripecias que la propia Rachel Stein debe sortear cuando se le presenta la oportunidad de infiltrarse en las oficinas centrales del régimen en Holanda y, desde allí, trabajar para la resistencia.

La cuestión no es tan lineal como parece. Si bien es profundamente anti-nazi, la protagonista encontrará que, tras las barricadas enemigas, no todos los alemanes son iguales y no todos ejercen el mismo tipo de crueldad, más allá de que todos, como es obvio, son cómplices del genocidio.

De esta manera, el filme se las ingenia (como supo hacer Spielberg en “La lista de Schindler” y no supo hacer Benigni en “La vida es bella”) para demostrar que la realidad suele ser más compleja de lo que los clichés suelen hacernos creer. Se tratará así de demostrar que, incluso en el más aberrantes de los regímenes políticos, hay internas, halcones y palomas. Que dentro de los colaboracionistas no sólo hubo cobardes. Que dentro de la valiosa resistencia no todos tenían la misma catadura moral.

Es por estas sutilezas que, pese a su clara toma de partido, la joven Rachel deberá atravesar todo una serie de dilemas morales, que son los mismos que tendrá que elaborar el espectador cuando abandone la sala.

A la protagonista magníficamente interpretada por Carice van Houten se suma un elenco europeo de primer nivel entre los que destacan el alemán Sebastián Koch (el mismo de “La vida de los otros”) y el holandés Thom Hoffman.

Entre todos ellos, pero con el pulso narrativo de un director moldeado en las fraguas de Hollywood, conforman “El libro negro”: una propuesta atractiva, que curiosamente logra conjugar un thriller bélico de espionaje con el planteo de temas morales que, no por estar ambientados 60 años atrás, dejan de ser urgentes.