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Mujer que mató a ladrón tiene miedo de represalías
Bernarda Garay Ocampo mató a un joven de 27 años que entró a robar a su casa. Dijo estar muy apenada y que no lo volvería a hacer. Teme que haya venganza
28 de octubre de 2007
Su voz se apaga a cada instante. Las palabras tienen que luchar contra el llanto para salir claras. "Yo no quería hacer esto", es lo primero que Bernarda Garay Ocampo logra decir. Esa frase la repetirá varias veces más durante la entrevista. "Esto" es haber matado de un balazo a David Omar Cabral, un joven de 27 años que había entrado a robar a su casa de Villa Madero, en La Matanza.

La mujer no quiere más fotos que las que ya le sacaron. Vive escondida, tiene miedo y sólo accede a una entrevista telefónica con Clarín. Desde el 11 de octubre, día en que fue liberada por el fiscal de La Matanza que investiga el caso, Bernarda no para de llorar y de arrepentirse de lo que hizo. Sabe que su vida y la de su familia ya no serán igual.

La mañana del 10 de octubre, Bernarda -una mujer de 47 años, de nacionalidad paraguaya y enferma de cáncer- no fue a trabajar porque tenía anginas y fiebre (era empleada doméstica). Su hija y su marido, que es albañil, no estaban.

De repente, se encontró con un ladrón dentro de su casa, ubicada en Alvarez y Vélez Sársfield. El asaltante la dominó enseguida, la ató a su cama con los cables del reproductor de DVD y empezó a revisar el lugar en busca de dinero y objetos de valor. Todo lo que encontraba y le servía lo guardaba en una mochila y en bolsas.

El ladrón estaba con un chico, de unos diez años, que hacía de "campana". En un momento, el asaltante golpeó a la mujer con una plancha para que le revelara dónde había más dinero. Al rato, el menor le gritó que se apurara y los dos salieron de la casa con 2.550 pesos, un reproductor de DVD, una radio y alhajas.

En el apuro, olvidaron sobre la cama un revólver calibre 32 largo. Bernarda logró desatarse, tomó el arma y salió corriendo detrás de los ladrones que, creyéndola atada, se alejaban caminando despacio para no despertar sospechas en la calle.

-¿Que pensó en el momento en que agarró el arma?

-Sólo pensé en recuperar mis cosas. Fue un impulso. Yo nunca quise hacer eso. Ahora estoy pasando un muy mal momento por eso. Jamás en mi vida volvería a hacer una cosa como esa.

-¿Está arrepentida?

-Muy arrepentida. Estoy hecha bolsa. Mi vida es un desastre desde ese día. No pude volver a mi casa ni a trabajar, porque tengo miedo a una venganza. Perdí la tranquilidad y casi no veo a mi hija porque, por seguridad, ya no puede vivir conmigo.

-¿Cómo fue aquel momento?

-Yo salí corriendo de casa con el arma y a una cuadra (sobre Vélez Sársfield, una calle muy transitada) los alcancé. Les dije que me devolvieran mis cosas. El más grande se dio vuelta y sacó un cuchillo de su cintura. Entonces, yo disparé.

Su llanto interrumpe el relato. Le cuesta hablar de ese momento, pero recuerda muy bien qué fue lo que pasó después: el asaltante al que le disparó murió en el acto, el menor logró escapar y unos segundos después llegó un policía al que le entregó el arma y le contó lo que había pasado, en medio de un estado de shock.

-¿Había disparado antes?

-Jamás en mi vida había disparado un arma.

-¿Sufrió amenazas después?

-Como no volví a mi casa, ni atendí más mi teléfono, no sé. Pero durante el día que pasé detenida (en el destacamento femenino de Isidro Casanova), las presas me decían que donde fuera me iban a hacer mierda.

-¿Tiene miedo?

-Mucho. Por mí, pero más por mi esposo y mi hija.

-Si pudiera hablar con la familia de David Cabral, ¿qué le diría?

-Les diría que me perdonen, que yo nunca quise hacer esto. Y también les diría que cuiden del chiquito. No sé si era su hermano o no, pero que lo cuiden porque es muy chico para estar robando. Que piensen en su futuro.

Con voz temblorosa, Bernarda pregunta: "¿Ya está?". Más que una pregunta es su forma de decir que la entrevista ha terminado. Entre sollozos, alcanza a repetir, una vez más: "Espero que me entiendan, ya se lo dije al fiscal: yo no quería hacer esto".