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¿La Argentina está preparada para la adversidad?
1 de febrero de 2009
La confirmación de que el 2008 cerró con el peor desempeño de la economía desde el inicio de la recuperación tras el descalabro del 2001, la debacle financiera mundial y los graves problemas que jaquean a un campo desolado por la sequía, dejan en claro que este 2009 será de grandes desafíos para los argentinos.

La sensación de que "lo peor aún está por venir", que se escucha en la calle pero también en boca de expertos y dirigentes políticos, pondrá a prueba el temple y la voluntad de 40 millones de argentinos que todavía no habían terminado de recuperarse del impacto provocado por el tembladeral del 2001.

Golpeó fuerte, por ejemplo, el dato de caída en la construcción en diciembre, porque ese sector, junto al automotriz, fue el motor del desarrollo del modelo kirchnerista de los últimos seis años.

A esto se suma que, según informes que maneja el Colegio de Escribanos de Buenos Aires, cayó en forma significativa sobre fines del 2008 la compra de lotes para la construcción de edificios, lo cual impactará a pleno sobre la actividad a lo largo
de este 2009.

La primera reacción de Cristina Kirchner -una presidenta que suma a los errores políticos una dosis de mala suerte- fue pedir a los consumidores con algún poder adquisitivo que sigan gastando, y en tono dramático advertir que en caso contrario
podrían hasta perder sus empleos.

Pero la gente está cada vez más cautelosa y tiene mucho temor de perder el trabajo: seis de cada diez argentinos consultados está convencido de que esta crisis afectará sus ingresos y por eso el 41 por ciento ya avisó que reducirá sus gastos, según un
estudio elaborado por Ipsos-Mora y Araujo.

Es exactamente lo contrario a lo que pidió Cristina y responde a una lógica racional de resguardo de cualquier ser humano.

La pregunta es qué puede hacer el Gobierno en esta delicada coyuntura, que encima se produce en un año electoral, donde Cristina necesita revalidar adhesiones en las cruciales legislativas del segundo año de mandato que se harán en octubre.

La estrategia elegida hasta ahora es presionar a los empresas para que no despidan gente -General Motors y Siderar son algunos de los casos testigo- y negociar con la CGT para que modere sus pretensiones de aumento salarial a cambio de concesiones en
aportes para las obras sociales.

Lo que no aparece es una política de Estado a largo plazo, que por ejemplo pueda aliviar el frente fiscal de las empresas, y en especial de las pequeñas y medianas, que representan casi el 90 por ciento del empleo.

El sector privado no sólo está reviendo sus proyectos de inversión, sino que los recortes de horas extra y suspensiones empiezan a ser moneda corriente en las fábricas y talleres.

En este marco, ocho de cada diez industriales consultados por el INDEC adelantó que en el primer trimestre del año la actividad se estancará o caerá.

Un ejemplo de cómo impacta la crisis sobre la economía real: el holding Techint, que impactó al recortar 2.300 contratos para sus obras en Siderar, habría registrado una caída del 45 por ciento en las ventas durante diciembre, por la crisis internacional, que en su caso se agravó ante la fuerte baja del precio del barril de crudo, ya que el principal comprador de sus tubos sin costura es la industria petrolera.

Y encima no llueve

Si ya la crisis financiera mundial había complicado el escenario económico, la Argentina sumó la mayor sequía en 50 años, que representará un golpe muy duro hacia el principal generador de divisas de la economía.

Por la sequía, la cosecha argentina de soja caerá hasta 25 por ciento en la presente campaña, según un informe que hizo ruido en el Mercado de Chicago.

El problema se agrava porque encuentra al campo enfrentado con el Gobierno, en un tira y afloje donde se entrometen también los partidos de la oposición, que pretenden llevar a los chacareros en sus listas en octubre.

Adrián Pérez, alfil de Elisa Carrió en Diputados, confirmó que la Coalición Cívica quisiera contar en sus listas con Alfredo De Angeli y Mario Llambías, quien concluye su mandato en CRA.

El agua caída en los últimos días no alcanzó a paliar la feroz sequía que arrasa los campos argentinos, y los últimos informes oficiales son pesimistas respecto de que la humedad llegue a tiempo para salvar cosechas y animales.

Anuncios para incentivar el consumo

Ante semejante panorama, Cristina ratificó que las obras públicas no se detendrán este año, en un anuncio que sonó más voluntarista que realista.

También amplió el "Plan canje", que fue muy exitoso para las heladeras, a otros electrodomésticos, mientras se espera que empiece a dar frutos el sistema de financiamiento para la compra de autos, con la expectativa de vender decenas de miles de vehículos en el primer semestre del año.

Cada paso del Gobierno apunta a evitar que se desplome el consumo interno, en una suerte de "keynesianismo a la Argentina", aunque al respecto hay más dudas que certezas por estas horas.

En este marco, el nuevo hombre fuerte del Gobierno, el jefe de la AFIP Ricardo Echegaray, hará denodados esfuerzos para tratar de que el blanqueo de capitales sea exitoso.

Nadie sabe, y es casi imposible determinar, cuántos dólares tienen los argentinos en el exterior o en cajas de seguridad, pero un informe que circula en esferas oficiales lo proyecta a unos 120.000 millones de dólares.

En la AFIP creen que si se lograra blanquear 25 por ciento de ese monto, unos 30.000 millones de dólares, el plan resultaría exitoso, pero los expertos advierten que casi no hay razones para que la gente decida adherir a este controversial mecanismo, porque
falta confianza y la presión impositiva es muy alta.

El as de espadas que el Gobierno sacó de la manga fue la estatización del sistema de jubilaciones, que le permitirá contar con ingresos extra por unos 15.000 millones de pesos este año, pero que constituye una hipoteca a pagar por los futuros
Gobiernos.

Buena parte del éxito o del fracaso de la política gubernamental dependerá del ambicioso plan de obras públicas, por el cual este año se deberían desembolsar casi 60.000 millones de pesos, y cuyos resultados deberían empezar a verse con mayor
rapidez y traducirse en generación de empleo.

De este complejo panorama surge la conclusión de que la estrategia para enfrentar este desafío, el mayor de la era kirchnerista, necesitará de herramientas políticas inéditas que un Gobierno acostumbrado a maniobrar en un círculo muy cerrado tiene
pocas probabilidades de implementar.

Suena impensable por estas horas que desde la Casa Rosada se haga un gran llamado a la unión nacional para afrontar este desafío crucial, y a la oposición, como ocurrió históricamente en la Argentina, se la ve más preocupada por sacar tajada del
delicado momento que en pensar propuestas para poner el hombro.

La Argentina, aún en esta crisis, o tal vez por ella, tiene la oportunidad de dejar de lado las miserias cotidianas y buscar un consenso amplio para hacerle frente poniendo en marcha las políticas de Estado siempre declamadas pero nunca alcanzadas.

El Gobierno y la oposición, ¿estarán a la altura de las circunstancias?