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Lo que deja ver la tregua
27 de junio de 2008
Con poco que se acerque la lupa, la tregua entre el Gobierno y el campo, permite descubrir cómo ha impactado el conflicto en la economía. Más allá de algunas “diferencias” puntuales que pudieron haber hecho especuladores de ciertas cadenas de comercialización, el resto de los resultados corresponden “cargarse a pérdidas”.

El balance, en cualquier caso provisorio, deja al descubierto algunos costos más o menos conocidos y una serie de consecuencias menos previsibles, sobre todo en el extendido tejido de las pequeñas y medianas empresas.

Según se supo esta semana, por primera vez en muchos años la Argentina habría incumplido sus compromisos con la cuota Hilton, una partida de exportación de carne con más prestigio que volumen, que seguramente se traducirá en mayor descrédito para el país.

Aun en medio de las acusaciones del Gobierno en el sentido de que durante el conflicto el agro habría seguido exportando, la foto de los barcos en el puerto de Bs.As demuestra que las exportaciones se resintieron. De hecho el último informe de Abeceb.com destaca que las cantidades exportadas por el país en mayo registraron una caída del 3%,

También esta semana los sindicalistas Moyano y Cavalieri aportaron lo suyo. El primero admitió que hay empresas transportistas que debido a los días caídos no están en condiciones de pagar los aguinaldos, mientras que el titular del gremio de Empleados de Comercio dijo que las ventas del sector en el interior del país "bajaron casi 40 por ciento”.

Otros sectores, como una parte de la industria manufacturera y la actividad inmobiliaria y el turismo de algunas regiones sufren las consecuencias de una disputa que les pega de rebote.

Así, el agro que por cierto ha visto afectados sus intereses con la aplicación de las retenciones móviles, no parece ser el sector más perjudicado por los efectos del conflicto.

La excepción a la regla vuelve a ser la comunidad de los pequeños chacareros que no pudieron vender ni transportar su producción y tampoco pudieron “sentarse sobre la cosecha”.

En el comercio

Aunque la pulseada lleva más de tres meses, en las provincias teñidas de verde-soja el parate colateral ha comenzado a sentirse con fuerza hace unas semanas.

Según una reciente encuesta realizada por CAME (Confederación Argentina de la Mediana Empresa) el 63% de las Pymes del país asegura que sus ventas están cayendo y advierte que de persistir esta situación el 58% de los empresarios no estaría en condiciones de cumplir con sus obligaciones fiscales y financieras.

En Rosario donde la venta de algunos rubros de vestimenta cae hasta un 50%, el comercio local se enfrenta a una seria encrucijada porque la renovación de contratos de alquiler viene con incrementos del 25 al 30%, que los comerciantes no estarían en condiciones de afrontar.

En Entre Ríos en tanto, la federación económica local emitió un comunicado hace unos días, en el que señala que la crisis se ha traducido en “una importante caída en los volúmenes de ventas, sea por falta de productos - desabastecimiento -, sea por disminución de las compras por parte del público consumidor”.

El comunicado destaca que esta situación se agrava por el aumento generalizado de costos de materias primas, de mercaderías a reponer y de mano de obra, lo que sumado a los incrementos de alquileres y tasas de interés, “destruyen la rentabilidad empresaria”.

Más concluyente, una carta de la Unión Empresaria de Formosa a la presidenta Cristina Kirchner de hace un par de semanas aseguraba que el “comercio local y el pueblo todo ha llegado al punto crítico de sus posibilidades”.

La entidad advertía que “resulta muy difícil reponer stock de las mercaderías esenciales de cada rubro, prácticamente no hay combustibles, los fleteros tienen grandes inconvenientes y demoras importantes en el traslado y distribución de sus cargas”. Y agregaba la complejidad que supone viajar en estas condiciones, “sumado el agravio” de enfrentar los corte de ruta, y “la sensación de ver vulnerado el derecho de libre desplazamiento que la Constitución garantiza”.

En similar sintonía se expresa Eduardo Fernández, presidente de APYME de Córdoba a la revista Tiempo Pyme: "No puede ser que diez o quince personas, porque no son más, interrumpan la llegada a Córdoba de harina o combustibles".

“Las Pymes somos rehenes del conflicto: en los pequeños comercios faltan productos y en las pequeñas empresas hay carencia de materias primas. El sector es uno de los que más rápido siente la crisis”, afirma Fernández, quien agrega que en el segmento se registran suspensiones de personal.

Para Ricardo Stoppani, presidente de la Cámara de Comercio de Balcarce, “se ha causado un daño muy grande, en especial en los pueblos del interior, con algunos sectores que sufrieron más que otros, como el comercio. No es que haya desabastecimiento: en general la gente empezó a gastar menos, y no solamente los chacareros. ¿Cuánto?. Hay que hablar de una merma en las ventas del 30 al 50 %”.

Los otros damnificados

En Venado Tuerto, una de las capitales de la soja, hace unos días se llevó a cabo la reunión preparatoria del segundo encuentro anual de la Federación Industrial de Santa Fe (Fisfe), en el que se concluyó que como consecuencia del conflicto en mayo hubo una caída en la producción regional del sector y un congelamiento de proyectos de inversión.

“La actividad fabril venía creciendo a un 0,4 % mensual y en mayo cayó
un 0,3% y cuando el conflicto llegó a su punto máximo se cerraron todos los
grifos de inversiones”, dice Miguel Vidaurreta, contador y consultor de la zona.

La menor actividad se advierte sobre todo en la industria frigorífica y entre empresas de la metal mecánica, como fabricantes de repuestos y partes para autos y vehículos para el agro. ¿Las consecuencias?. “Menos horas extras, disminución de turnos de producción y en algunos casos de contratados, no se renovaron los contratos.

Entre abril y mayo la delegación local del Ministerio de Trabajo relevó un total de 140 despidos en toda el área de influencia”, afirma Vidaurreta.

En Las Parejas, donde funciona un cluster de la maquinaria agrícola, las ventas del rubro cayeron casi 50% y desde hace 70 días no se cierran nuevas operatorias.

Según un vocero de la Cámara Argentina de Fabricantes de Maquinaria Agrícola (CAFMA), hace tiempo que las fábricas del rubro eliminaron las horas extras y muchas evalúan suspender personal.

Pero según Elbio Baldinelli, experto en Comercio Exterior y director de Fundación Standard Bank, el sector de las máquinas agrícolas es uno de los pocos que “muestra crecimiento de sus exportaciones en los últimos meses”.

En cuanto al impacto en otras industrias, Vidaurreta, destaca que en Venado Tuerto la construcción acusó un fuerte golpe, que incluyó paralización de operaciones inmobiliarias; la hotelería se retrajo un 50 % “porque quienes viajaban por negocios disminuyeron o cancelaron viajes” y la gastronomía se redujo un 30%.

En la Federación Empresaria, Hotelera y Gastronómica de la República Argentina (Fehgra), hablan de pérdidas millonarias, a causa de la cancelación de un 80% de las reservas efectuadas en el corredor turístico del litoral.

En suma, el prolongado reclamo no ha sido gratuito, pero cabe esperar que haya dejado enseñanzas.

Por cierto que el balance también puede abarcar otros aspectos. La reivindicación del piquete como instrumento de presión, independientemente de la condición económica de sus actores; el oportunismo de algunos políticos y lo lejos que están otros de ser estadistas, también deben computarse en la columna del DEBE.

Es probable que todo esto haya motivado a Enrique Iglesias, ex presidente del BID y un amigo de la Argentina, a decir hace unos días, que “hay cuatro clases de países: los desarrollados, los subdesarrollados, Japón, que es un país desarrollado sin recursos y la Argentina, que es un país subdesarrollado y con muchos recursos”.