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La importancia de la actividad física contra la obesidad
La epidemia de obesidad que afecta a niños, jóvenes y adultos en todo el planeta vuelve imperiosa la necesidad de pensar políticas y estrategias destinadas tanto a prevenir su aparición como a diseñar maneras de tratarla adecuadamente.
23 de mayo de 2014
La epidemia de obesidad que afecta a niños, jóvenes y adultos en todo el planeta vuelve imperiosa la necesidad de pensar políticas y estrategias destinadas tanto a prevenir su aparición como a diseñar maneras de tratarla adecuadamente.

Si bien la evidencia científica demuestra que el sedentarismo tiene un impacto negativo en la salud y contribuye en forma determinante en las enfermedades crónicas no transmisibles, la importancia del ejercicio en el control de peso ha sido una fuente de confusión y frustración tanto para los profesionales de la salud como para la población general.

En este contexto, la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN) elaboró una “Posición” sobre los efectos de la actividad física en el tratamiento y la prevención de la obesidad.

“La prevención de la obesidad es una prioridad por ser causa de aumento de la morbimortalidad poblacional. Las intervenciones que pueden mantener o promover comportamientos saludables desde una edad temprana y que pueden prevenir la obesidad a largo plazo son más eficaces que tratar la obesidad y las enfermedades relacionadas con ésta, una vez que se ha desarrollado. La actividad física es uno de los determinantes del peso corporal”, destaca el documento elaborado por el grupo de trabajo de Nutrición y Actividad física de la SAN.

Además, el texto señala: “Hay evidencia de que mayores niveles de actividad física disminuyen considerablemente el riesgo de enfermedad cardiovascular y mortalidad por todas las causas, y estos beneficios se aplican a todos los grados de Índice de Masa Corporal (IMC)”.

Así como la actividad física regular protege contra un aumento de peso, modos de vida sedentarios, en particular las ocupaciones que no requieren movimiento, y el ocio inactivo como ver televisión, lo favorecen. De acuerdo a la SAN, “para la prevención de la obesidad se recomienda una acumulación mínima de 30 minutos de actividad física al menos 5 veces por semana (de ser posible, todos los días) a intensidad moderada. La misma puede realizarse de manera continua, intermitente y /o acumulada.

Para personas mayores a los 65 años la recomendación se reduce 3 veces semanales, incluyendo a la rutina ejercicios con pesos moderados y ejercicios de equilibrio”. Se entiende por intensidad moderada a aquella actividad en la cual es posible mantener una conversación mientras se realiza.

“Gran parte de las recomendaciones en el tratamiento y prevención de la obesidad ponen énfasis en la dieta y en la disminución del peso, y restan importancia al ejercicio físico y la aptitud física. Sin embargo, se debe tener en cuenta que muchos de los beneficios orientados a la prevención de alteraciones metabólicas como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares pueden ser evidentes y logrados con el solo hecho de mejorar la aptitud física”, señala la Dra. Alicia Bernasconi, coordinadora del Grupo de Trabajo Actividad Física de la SAN.

La especialista agrega que “dos de los principales métodos de control de peso son, por un lado, los relacionados con la educación nutricional y, por el otro, el aumento de la actividad física informal, como subir escaleras, andar en bicicleta, caminar al trabajo; y formal, como la práctica de ejercicio físico regular y hacer deportes. Esta asociación tiene una relación directa dosis-respuesta entre la intensidad del ejercicio y la pérdida de peso, siempre en conjunto con las recomendaciones nutricionales”.

La Dra. Bernasconi aclara que la obesidad es una enfermedad de origen multifactorial, en la que intervienen factores genéticos y factores del medio ambiente, como una alimentación hipercalórica, acompañados por un marcado sedentarismo. “Sin embargo –apunta–, la combinación de ejercicio y dieta ha demostrado que es más eficaz que cualquiera de estas medidas solas; grandes estudios cuidadosamente realizados demostraron que la combinación de ejercicio e intervenciones dietéticas son una estrategia eficaz para producir una pérdida de peso clínicamente significativa”.

Así, el American College of Sports Medicine sostiene que la manera más adecuada de perder peso se consigue cuando un individuo ingiere entre 500 y 1.000 kilocalorías menos de las que consume habitualmente junto con un plan de actividad física de, como mínimo, 150 minutos por semana. “Más allá de que esta combinación sirve como base para desarrollar programas de pérdida de peso, no debemos pasar por alto los beneficios propios del ejercicio físico como el aumento de la capacidad cardiocirculatoria, respiratoria y metabólica; una mejor composición corporal, ya que disminuye la masa grasa y aumenta la masa magra; el incremento de colesterol ‘bueno o HDL’ y la disminución del colesterol ‘malo o LDL’; y de una mejora de la autoestima, de las sensaciones de bienestar y humor”, añade Bernasconi.

Por último, el documento de la SAN asegura que “la evaluación previa de las personas que realizarán actividad física es indispensable para gozar de los beneficios del ejercicio, con la seguridad de que sea una pauta terapéutica y no una contraindicación”. El examen previo deberá tener en cuenta los antecedentes personales de salud y deportivos, jerarquizando la búsqueda de patologías cardiovascular, metabólica y/o respiratoria, así como las cuestiones ortopédicas y traumatológicas, especialmente rodillas y columna.