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16 de abril de 2024
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"Le dí un beso y lo dejé caer"
Lo dijo el tío de Onur, el bebé que se salvó de milagro. La casa en que familias turcas se habían reunido para seguir el carnaval, ardió por completo
8 de febrero de 2008
El milagro de Onur, el bebé turco que sobrevivió tras ser lanzado al vacío desde un edificio en llamas, es la cara positiva de la tragedia del domingo en Ludwigshafen, en el sudoeste alemán. Nueve personas murieron, entre ellas cinco chicos y una mujer embarazada. Onur sufrió heridas leves, pero el policía que lo atrapó fue ingresado con lesiones graves, ya que golpeó su cabeza contra el pavimento. Más de cincuenta personas fueron atendidas por asfixia o quemaduras, entre ellas la madre de Onur, quien se recupera en casa de sus abuelos.

"Le di un beso... y lo dejé caer", explicó el tío de Onur, de 32 años, a la pregunta de cómo había sido capaz de lanzar al bebé. Todo ocurrió en instantes. De pronto, la casa de cuatro plantas en que familias turcas se habían reunido para seguir desde sus ventanas el carnaval ardía por completo. El fuego se originó junto a la escalera de acceso y en pocos minutos la vieja casa de estructura de madera estaba en llamas. "Miré hacia abajo, vi a un policía con los brazos extendidos y desesperado lo lancé", agregó el hombre, quien logró salvar su vida y también la de su hija, que entregó a los brazos de otro policía.

Lo que parecía un siniestro trágico, adoptó tintes xenófobos al revelarse que la familia había sufrido amenazas ultraderechistas y al aparecer pintadas nazis en el edificio devorado por las llamas.

Las imágenes de Onur en su caída libre impactaron en todo el mundo, mientras se extiende la sospecha de que se trató de un atentado racista. La familia Kaplan sufría amenazas desde que abrió un café en la planta baja del edificio y la propia fiscalía alemana admitió haber encontrado inscripciones nazis entre las ruinas.

La palabra "hass" (odio), con las letras SS copiando la simbología nazi, apareció pintada dos veces en el lugar. La fiscalía advirtió que no se sabe si fue realizada antes o después del incendio. La casa de los Kaplan tuvo un "aviso" ya en 2006, con dos cócteles molotov que causaron daños, no víctimas.

Dos nenas que sobrevivieron al incendio dijeron haber visto a un hombre, de apariencia alemana, que prendía fuego entre los cochecitos de bebé que estaban guardados en la planta baja. La fiscalía alemana considera dudosos los testimonios dada su corta edad y el trauma psicológico vivido.

"Es cuanto menos precipitado que las autoridades alemanas afirmaran que no hubo móvil xenófobo, cuando los bomberos no habían aún sofocado las llamas", declaró a Clarín un portavoz de la Unión Turco-Islámica de Berlín. Tras el incendio, el primer ministro del estado de Renania Palatinado y presidente del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), Kurt Beck, descartó un móvil racista.

En Alemania viven unos 2,5 millones de turcos, que integran la colectividad extranjera más numerosa del país. La tragedia de Ludwigshafen devolvió a la memoria de muchos turco-alemanes el atentado de 1993 en Solingen, también en Renania, en el que cinco mujeres turcas perdieron la vida entre las llamas en un atentado neonazi.