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20 de abril de 2024
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"Chicas" de U$S 5.000 la hora
Secretos del "Emperors", el prostíbulo favorito del gobernador de New York. Las chicas llegaban a cobrar esa suma. El lema era "todo cliente es un emperador"
14 de marzo de 2008
Al gobernador de Nueva York le costó el cargo, pero las derivaciones del prostíbulo en el que contrataba servicios sexuales no se agotan.

El Emperors Club estaba plagado de problemas mucho antes de que se presentaran cargos en su contra esta semana y el gobernador de Nueva York Eliot Spitzer -conocido también como el "Cliente 9"- renunciara a su cargo luego de un encuentro con "Kristen", una joven de 22 años identificada ahora como una aspirante a cantante.

En la declaración jurada de 55 páginas que detalla la investigación que llevó adelante el FBI, en la que se escudriñaron 5.000 llamadas telefónicas al Emperors Club y 6.000 correos electrónicos, esta empresa parecía una pyme sobrecargada más que una sofisticada red de prostitución, según publica The Washington Post.

La investigación del FBI recurrió a agentes encubiertos, vigilancia en los estacionamientos y todo el poder de las intercepciones para armar un retrato completo de la prostitución moderna. El Emperors Club hizo más de 1 millón de dólares en tres años y pagó cerca de 400 mil a más de 50 prostitutas. En su sitio Web, prometía a los clientes que los servicios del Emperors Club volverían la vida "más pacífica, equilibrada y hermosa, además de dotarla de sentido".

Los cuatro coordinadores de esta empresa -Brener, la gerenta Cecil Suwal y los encargados de armar las citas Lewis y Tanya Hollander- debían lidiar con una lista interminable de problemas cotidianos al atender a adinerados hombres del mundo entero. Se quejaban de las deslucidas propagandas en Los Angeles, de nerviosas empleadas nuevas que preferían "modelar, nada más", de las fallas de Internet y de dificultades para transferir dinero a dos cuentas bancarias.

El cerebro del Emperors Club se quejaba tanto de la oferta como de la demanda. Según Bre ner, una de sus prostitutas tenía "el aspecto de un carnicero". Y Lewis se quejaba también de que el "Cliente 9" enojaba por lo general a las prostitutas al pedirles "cosas que uno no considera seguras".

Cuando estos cuatro acusados ahora lanzaron en diciembre de 2004 el Emperors Club, dotaron a su compañía de todos los elementos propios de una empresa legítima. Abrieron una cuenta bancaria a nombre del QAT Consulting Group Inc., y más tarde, de la QAT International Inc. Crearon tres números telefónicos también, con un contestador automático en el que podía oírse una agradable voz femenina. Diseñaron un elegante sitio en Internet con una página en la que aparecía una mujer desnuda tirándose para atrás su cabello castaño enrulado y la frase "Todo cliente es un emperador".

El club incluía en esta página, con letras mayúsculas, la siguiente aclaración: "El dinero que se intercambia es nada más que para el baile, modelaje, entretenimiento o mensaje (sic) de relax de nuestras empleadas. Bajo ninguna circunstancia nuestras acompañantes aceptarán dinero por servicios considerados indecentes."

En reuniones entre ellos, Brener, Lewis, Suwal y Hollander asignaron a cada prostituta un puntaje de entre 1 y 7 "diamantes" y los precios se ajustaban a esta categoría. Las prostitutas más baratas costaban 1.000 dólares la hora. Las de 7 diamantes 3.100. Pero también había un grupo selecto, cuyas integrantes eran ofrecidas a los clientes más fieles por 5.500.

El equipo gerencial se quejaba a veces de los clientes, que podían llegar a ser difíciles. Uno dijo que la prostituta que le habían enviado era "más sexo que sexy". Otro quería a cuatro mujeres a las que les gustara "la fiesta", que debían volar a Miami y aceptar cuatro horas de servicio cada una.