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28 de marzo de 2024
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Creen haber encontrado la fómula para vivir 125 años
La búsqueda de la vida eterna no tiene límites. Científicos españoles aseguran que, a través de experimentos con ratones, descubrieron cómo prolongar la vida humana
27 de agosto de 2008
¿Recuerda aquella película, donde dos mujeres lograban, a través de fórmulas científicas y el Diablo metido en el medio, vivir eternamente? Bueno, a veces la reallidad supera a la propia ficción, y ya pensar en la inmortalidad no es una locura y ni siquiera propio de los films.

Científicos españoles del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas de España, coordinados por María Blasco, consiguió crear una cepa de superratones transgénicos con un 45% más de vida media, al manipular un puñado de genes concretos. "Es como si los humanos viviéramos un promedio de 125 años", explicó la investigadora, al diario Público.

El secreto, según pudo saber el diario Clarín, de esos roedores está en la activación de tres de las estrellas en el campo de la investigación oncológica: la enzima telomerasa y los genes p53 y p16.

Los extremos de los cromosomas -telómeros- son fundamentales para la vida de las células: garantizan la estabilidad de los propios cromosomas, de la misma manera que el remate de plástico evita que se deshilachen los cordones de los zapatos o la goma del pelo impide que se desmelene una trenza.

A medida que el organismo envejece, la longitud de los telómeros se acorta. Sin embargo, existe una enzima, la telomerasa, que alarga su longitud. En las células cultivadas en laboratorio, la telomerasa convierte a las células en inmortales. Es como la enzima de la "eternidad".

El gen p53 es otra de las claves de la longevidad de los ratones del instituto español. Es el responsable del control de calidad de las células. El gen, además, actúa como un policía, rastreando a otros genes que se dedican a inducir la multiplicación incontrolada de las células: el cáncer.

El tercer responsable de la longevidad de los ratones es el gen p16, otro supresor tumoral. "Al activar p53 y p16 en los ratones, la incidencia de cáncer disminuye prácticamente a cero", explicó uno de los colaboradores Manuel Serrano. "No pensamos que los ratones vivan más porque tengan menos cáncer, sino porque estos genes también protegen del envejecimiento", añadió, al diario Clarín.

Al estimular los genes p53 y p16, que están dormidos en la mitad de los tumores humanos, los investigadores consiguieron eliminar el riesgo de cáncer, uno de los peligrosos efectos nocivos de la enzima de la inmortalidad. El objetivo ahora es mimetizar la acción de esos genes con nuevos fármacos para aumentar la longevidad de las personas.