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25 de abril de 2024
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Valijagate: acusaciones y más complicaciones para Cristina
El fiscal Thomas Mulvihill citó las 200 grabaciones del FBI para acusar al agente venezolano Franklin Durán. Reforzó la teoría de que el dinero era para la campaña K
10 de septiembre de 2008
El misterio parece estar a punto de ser revelado. Y su descubrimiento no dejaría bien parada a la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, a quien en el primer día de alegatos en el juicio por la valija, el fiscal Thomas Mulvihill citó grabaciones e intentó acusar al agente venezolano Franklin Durán y vincularlo con la política argentina.

Mulvihill ayer aseguró frente al jurado que el 23 de agosto, durante una comida en el suntuoso restaurante Jackson’s Steakhouse, ubicado sobre Las Olas Boulevard, Franklin Durán –el único acusado del juicio– le dijo al valijero que este tema era “tan importante porque la plata estaba destinada a la campaña presidencial de Cristina Kirchner”.

Según adelantó el diario Crítica de la Argentina, la base de sus dichos son las casi doscientas grabaciones que hizo el FBI entre agosto y diciembre del año pasado, cuando Guido Alejandro Antonini Wilson aceptó ponerse un micrófono oculto para colaborar con la investigación. A pesar de que las audiencias por el juicio comenzaron el martes pasado, ayer fue el verdadero punto de partida donde las dos partes –el fiscal y la defensa– explicaron su versión de los hechos y empezaron a hablar los testigos.

Mulvihill comenzó a las diez y cuarto de la mañana (hora argentina) señalando con el dedo a Franklin Durán: “Este hombre es culpable”, dijo, y explicó por qué cree que debe ser condenado por actuar como agente encubierto de inteligencia sin la autorización del gobierno norteamericano. Su misión secreta habría sido, según el fiscal, la de presionar al hombre de la valija para que niegue el verdadero origen y el verdadero destino de los 800 mil dólares que la Policía de Seguridad Aeroportuaria y la Aduana argentina le incautaron en Buenos Aires el 4 de agosto del año pasado, cuando aterrizó en un avión alquilado por una comitiva oficial que volvía de Caracas.

Esta acusación la comparten también Carlos Kauffmann, socio y amigo de Durán; Moisés Maionica, un abogado venezolano que actuó como intermediario entre el gobierno de Venezuela y estos empresarios amigos de Antonini; Rodolfo Wanseele Paciello, un uruguayo con residencia en Miami, donde trabajaba como empleado de una empresa postal, y Antonio Canchica Gómez, un oficial venezolano que sigue prófugo. Todos los demás, excepto Durán, se declararon culpables y podrán testificar en contra del empresario venezolano que se sentía amigo íntimo de Antonini y ahora se siente traicionado.

En su alegato, el fiscal fue por todo. Dijo que tenía pruebas de que Durán había manipulado a Antonini para convencerlo de conseguir un buen abogado y presentarse ante la Justicia argentina. Según su versión, Durán prometió tramitarle algunos papeles para blanquear ese dinero y aceptarlo como propio: siempre con la intención oculta de frenar el escándalo político para Venezuela y la Argentina. Para probarlo, ayer mismo desfilaron ocho miembros del FBI, un agente y siete traductores al castellano que se encargaron de confirmar la validez de las grabaciones que el fiscal utilizará como prueba a lo largo del juicio y entre las que se encuentra aquella conversación confirmada ayer, en la que hablan de la campaña de Cristina Kirchner.

Cuando terminaron esas declaraciones, se sentó en el estrado uno de los testigos más esperados, a quien nadie esperaba ver todavía. El abogado Moisés Maionica, con un traje de preso como el que suele verse en las series americanas –pero sin rayas–, avanzó hasta el sitio de los testigos impedido de caminar libremente por los grilletes que tenía sujetándole los pies. Sus palabras crearon un problema mayor. El fiscal mostró, a través de los dos plasmas que están en la sala de audiencias, una foto del director de inteligencia venezolano, Henry Rangel Silva, y le preguntó, “usted lo conoce”. “Sí, claro”, respondió Maionica y empezó a hablar.

Dijo que lo conoce desde hace años, cuando Rangel era el director de la brigada de telecomunicaciones del Ejército. Dijo también que el 17 de agosto del año pasado, mientras esperaba su vuelo a Miami en la sala VIP de American Airlines en el aeropuerto de Maiquetía, en Caracas, recibió varios llamados; uno era de Nicolás Rossini, su socio en el estudio jurídico. Escuchó que él le decía que al llegar a Miami tenía que reunirse con Antonini, una persona a la que Maionica sólo había oído nombrar por leer en los diarios acerca del escándalo del valijagate, que había comenzado apenas quince días atrás. El origen de ese pedido estaba en el propio Rangel, con quien el abogado se reunió a la vuelta de su viaje a Miami con los resultados de las reuniones con Antonini.

–¿Qué explicaciones le dio sobre la necesidad de ocultar el origen del dinero? –preguntó el fiscal.

–Rangel me explicó que al suscitarse el escándalo, PDVSA (la compañía petrolera estatal), se encargó de cubrir el caso. En cierto momento, como no hubo solución, el mismo presidente, Hugo Chávez, se encargó de pedirle a Rangel que se hiciera cargo.

Era la segunda vez en el día que PDVSA entraba con fuerza al juicio. Más temprano, el defensor de Durán, Ed Shohat, aseguró en su alegato que su defendido intentó como pudo ayudar a su amigo Antonini, que estaba desesperado. Entonces, según la versión del abogado, el acusado le aconsejó: “PDVSA te metió en este lío, que PDVSA te saque”. Dijo también que Antonini le envió al cónsul de Venezuela en Miami una carta dirigida a Chávez pidiéndole dos millones de dólares para callarse la boca. Esa versión se discutirá a lo largo del juicio.