Zaira Nara vivió un intenso y triste 2011, en el que no solo pasó de planear un casamiento a digerir una ruptura definitiva con el futbolista Diego Forlán, sino que además sufrió la pérdida de su fiel compañía y sostén, su perrita Morena, atropellada cuando quedó al cuidado de una amiga suya.

Es por eso que quizá la confirmación de su romance con el tenista Juan Pico Mónaco haya sido vista como algo más que una relación, sino más bien como una luz, una caricia a tanta herida quizá todavía abierta.

Ella lo confirmó hace unas semanas, pero los encuentros juntos eran hasta entonces cuidados, con la intención de no aparecer en revistas por lo menos hasta un estadio avanzado de la relación.

Pasados casi dos meses del inicio, los tortolitos no se cuidaron más y se dejaron ser al acecho de los flashes. En su edición de esta semana, la revista Gente da cuenta de ello. Agarrados de la mano, abrazados, mirándose, las fotos solo muestran amor en una relación en la que Zaira habría depositado varias esperanzas.

“Quiero un novio más presente”, habría dicho entre sus allegados, al momento de la comparación con su ex. Todo comenzó en una reunión organizada por la top model de Pancho Dotto, Florencia Salvioni, en la casa de su novio, el también modelo Francisco Grimaldi, que a su vez es hijo de Arturo Grimaldi, el presidente de la Asociación Argentina de Tenis.

“Esa noche fue como mágica. Ellos pegaron muy buena onda: no paraban de reírse. Hacía mucho que no veíamos a Zaira tan contenta”, recuerda una amiga de ella, testigo del intercambio de miradas y secretos entre ambos.

Esa madrugada, y antes de despedirse, Pico no perdió el tiempo: le pidió los datos de pin de su Blackberry y no tardó en mandarle sugestivos mensajes. Pero Zaira, todavía herida por el affaire Forlán, andaba con pies de plomo.

"Me costaba relajarme y confesar que empezaba a sentir algo por Pico”, les dijo a sus amigas, recopila la revista Gente. Hasta que por accidente, murió su perrita Morena. Fue entonces que Pico decidió redoblar sus mensajes. Y Zaira decidió darse una nueva oportunidad. Reemplazó a Morena con Chinita, otra caniche, pero toy y blanca, y se concedió otra chance en el amor.