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Spinetta: plegaria para el flaco dormido
Sus 40 años de carrera musical lo convierten en el padre del rock nacional. Su poesía marcó a toda una generación. El artista por encima del rock star
8 de febrero de 2012
Por Roberto Aguirre Blanco, de la redacción de Asteriscos TV

La muertes son un hecho que jamás vamos a terminar de entender. La muerte temprana mucho menos, y la de alguien que desde el arte marcó a varias generaciones y es padre de la música que tanto nos identifica, es un golpe mucho más duro de asimilar.

Luis Alberto Spinetta se fue en la misma esencia poética con la cual llegó a la vida de millones de jóvenes argentinos, en una parábola de poesía y emoción violenta de música, la misma que nos cautivó desde Almendra, nos conmovió desde Pescado Rabioso y nos hizo traspasar la frontera de lo imaginable con Invisible.

El "flaco" está parado en el medio de la vida del rock nacional como ese icono que nos demostró que con una guitarra tocada desde el virtuosismo de la sensibilidad y con vuelo literario, por momentos criticado por exceso de filosofía, es a 40 años de su trayectoria rica una herencia que hoy sus fanáticos no quieren olvidar.

La construcción musical de Almendra, la primera gran banda de rock de la Argentina, ese paso efímero pero que trascendió las décadas, fue su punto de partida a fines de los 70 y, mas allá del vuelo roquero, su canto de amor en "Muchacha ojos de papel", la canción que escribió a su primera novia a los 16 años, es aún un himno que conmueve por su sencillez y profundidad.

Los 70 lo encontraron en sus experiencias más roqueras con Pescado Rabioso, y sus trabajos más progresivos y experimentales con Invisible, siempre captando la atención y seguido por fanáticos casi obsesivos por su arte.

Fue allí cuando Guillermo Vilas, su gran admirado, le propuso la aventura de grabar un disco en inglés en EE.UU. que fue otra experiencia extraña y que se juntó a su inicios en los 80 --después de una reunión de años y medio con Almendra-- de la etapa extremadamente musical de Spinetta Jade, otro gran momento de su carrera.

Maduro, seguro de sí mismo, encaró su carrera solista siendo solamente el "flaco" en el escenario y cada propuesta discográfica fue una fiesta y un gran momento musical para sus seguidores.

Sus trabajos con Fito Páez, su momento de choque de egos y de amor con Charly García, su colaboración con Gustavo Cerati y ese afán solidario que siempre lo tuvo en el primer lugar a la hora de poner el cuerpo, como en los conciertos de la Escuela Ecco.

Fanático de River, amor compartido con otro gran amigo como Juan Albaerto Badía, que caminó el mismo sendero de esta cruel enfermedad que hoy se lo llevó, hizo de la canción "El capitán Beto", un homenaje, quizás no querido, a ese gran ídolo de la banda roja que fue el Beto Alonso.

Con su cartel de "lean libros y no basura" colgado al pecho cuando en los 90 fue tapa de medios por su romance con la actriz Carolina Pelleretti, el "flaco" siempre demostró que era un ser por encima del traje de estrella de rock para calzarse el mameluco de poeta y artista.

Es una profunda tristeza despedir a alguien que tanto se admira a los 62 años, no queda su arte, la idea de una gira eterna y la herencia en sus hijos que abrazaron al creatividad y el arte como lo hizo Luis Alberto con dignidad en cuatro décadas de carrera.

Plegarias para el sueño del flaco,

donde el mundo es un chocolatin,

adonde van? mil niños dormidos que no están,

entre bicicletas de cristal...

Chau flaco, sos eterno.