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El día que Ringo Bonavena se convirtió en leyenda
A medio siglo, la memorable noche de la pelea con Muhammad Alí aún eriza la piel. Ringo, el provocador que hizo enojar al mejor del mundo
6 de diciembre de 2020
Por Roberto Blanco Macor, de la redacción de Asteriscos.Tv

"Referí… Referí!... Cuente por favor, cuente". El que está caído es el mismísimo Muhammad Alí, y quien lo dejó con una rodilla en la lona es el argentino Ringo Bonavena, en su noche más importante, la velada que lo convirtió en leyenda para el boxeo argentino.

El árbitro de aquel mítico combate no le hizo conteo alguno al ex campeón del mundo de los Pesados, quien había perdido el equilibrio en el impulso de sacar una mano, aunque un segundo antes, había recibido una izquierda de volea en el rostro que lo conmovió.

El momento se vivió en los primeros tramos de la novena vuelta, en la que Alí había prometido noquear a ese “fanfarrón” argentino que le había copado la escena en los momentos previos al combate, con su mismos argumentos de charlatán y provocador.

Fue ese round donde además se vio lo mejor de Ringo en la pelea, acertando golpes sobre la humanidad del mejor boxeador de todos los tiempos, y demostrando que era un peleador, guapo y de enorme corazón.

Esa energía, que llegó desde el Madison Square Garden, se potenció en todo un país prendido aquel lunes 7 de diciembre de 1970 a las pantallas de Canal 13, para ver en blanco y negro al bravucón de Parque Patricios, queriendo alcanzar la hazaña de derrotar al boxeador que volvía luego de estar suspendido tres años, por su determinación de no participar en la Guerra de Vietnam.

Sin que nadie creyera en él, Bonavena -quien tenía pactada esa pelea con Alí desde 1967, antes que le quitaran el título de campeón del mundo- había conseguido, casi como un emprendedor de negocios, ser el segundo rival del regreso de estadounidense en el templo del boxeo mundial.

Desde ese momento, Ringo desplegó esa capacidad natural para venderse a si mismo. Promocionó el combate desde Buenos Aires, se cargó de ilusiones y hasta se permitió soñar con una victoria por nocaut, que anticipó para el round 11, cuando "el negro ya esté cansado”.




La estrategia cambió con el anunció de Alí de hacerlo en el noveno, enojado, luego de que el argentino lo llamara “gallina y cobarde”, por no haber ido a la guerra, y nombrarlo por su apellido anterior, que siempre ponía de mal humor al ex campeón: “(Cassius) Clay, Clay, Clay”, repitió hasta ponerlo furioso.

Alí se tomó muy en serio esa previa y subió enojado al ring, aunque luego se notó que en su preparación había subestimado a Ringo. Si bien dominó las acciones desde el inicio, con su maravilloso jab, Ringo, con problemas de distancia y manos muy anunciadas, había logrado alterar a su rival, y tener momentos favorables durante parte del combate.

Esa mítica novena vuelta la ganó Bonavena, pero luego el local dominó nuevamente la pelea, y así llegaron a la última vuelta con claras diferencias en las tarjetas para el ex campeón.

Ringo pudo haber hecho la “gran Rocky Balboa”, llegar de pie a la última campanada y decir: “Le aguanté 15 rounds a Alí”. Pero su amor propio y su afán de corazón valiente lo llevaron a salir a buscar un nocaut mágico que le diera una victoria eterna.

Alí no tuvo piedad. Sí viveza y ayuda del árbitro. Con un jab magistral al mentón del argentino, el boxeador nacido en Louisville lo tumbó. Después llegaron dos caídas más, en menos de un minuto, que terminaron por definir el combate.




El estadounidense nunca se alejó al rincón opuesto, y el referí jamás tuvo voluntad de distanciarlo de su rival, situaciones que aceleraron un final anunciado.

Así la victoria llegó en forma categórica y le sirvió al ganador para comenzar a provocar a su esperado gran rival: Joe Frazier, dueño de la corona mundial.

“Yo le gané a Bonavena por nocaut, algo que Joe no pudo hacer luego de 25 rounds”, vociferó en el ring Alí, en clara referencia a los dos combates del argentino con el monarca de los Pesados y donde, en ambas, Ringo perdió por puntos.

Mientras era entrevistado en el centro de ring, nuevamente Bonavena le quitó el protagonismo, pero esta vez para felicitarlo y pedirle disculpas: “Nunca pensé que eras gallina, solo lo hice para promocionar la pelea. Eres el mejor, eres el campeón. Fueron solo palabras de peleadores”.

Alí lo abrazó, entendió el juego y afirmó: “Sos un gran peleador, fuiste mi mejor rival. Te respeto Oscar”, en un mensaje que fue más allá de esa noche, y se volvió a manifestar 11 meses, después cuando visitó la Argentina y se mostró feliz de estar con Ringo.

Años después, cuando se enteró de su asesinato en Reno, Nevada, también tuvo un gran recuerdo por el argentino, quien vivía en Estados Unidos soñando, quizás lejos de la realidad, con la oportunidad de una revancha.

Bonavena, aquella noche, hace medio siglo, salvó su vida económica (cobró una bolsa de 300 mil dólares, la más importante de su carrera), se convirtió en héroe nacional y logró el mayor rating de la TV argentina con 79,9 puntos, un hito que tardó dos décadas en superarse, y se logró recién en 1990, con la semifinal de la Copa del Mundo entre Argentina e Italia (82 puntos).

Ringo, el que peleó con los mejores, el que trató de ser campeón del mundo. El campeón sin corona. El charlatán, el peleador, el hijo de Doña Dominga de Parque Patricios. El que tiró a Muhammad Alí. La leyenda inolvidable.


Video de la pelea entre Muhammad Alí y Ringo Bonavena