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Por Federico Baraldo
Medios: contenidos y agujeros negros
24 de noviembre de 2007
Lenguaje para iniciados, con interpretaciones diversas. En la jerga comunicacional, los contenidos pretenden suplantar a la clásica y conocida linea editorial y hasta a la orientación ideológica. Los agujeros negros, por el contrario, no pertenecen a esta categoría de lenguaje, pero definen con delicada precisión la ausencia de sustancia que se percibe en demasiados "contenidos".

Son signos de lo tiempos que corren. Los periodistas veteranos afirmaban con buen criterio que pocas cosas había más añejas que el diario de la víspera. La dinámica de la comunicación contemporánea obliga a correr con una velocidad tan descomunal, que el diario de ayer podría ser catalogado entre los incunables, pues la noticia se sucede o se recicla en segundos.

¿Por qué? ¿Cambió la sociedad? ¿Cambiaron las exigencias o expectativas? La respuesta no pasa por la necesidad humana de saber lo que ocurre en el mismo instante en que se produce un hecho. En mi opinión responde al cambio dramático provocado por la revolución tecnológica, potenciado por la competencia mediática, que necesita aferrar a sus consumidores para subsistir.

Suena complicado, pero es sencillo de entender. Algunas décadas atrás, quien quería informarse compraba un medio gráfico, preferentemente un diario. Lo elegía por razones ideológicas, culturales o económicas, pero una vez que lo adoptaba era difícil que lo cambiara por otro. Los lectores de un diario lo seguían - por lo general - durante toda su vida.

Al irrumpir la radio, se produjo un cambio notable en el estilo periodístico y en la elección de la estación por cada interesado. Noticias condensadas, cobertura mucho más cercana en el tiempo gracias en gran medida al trabajo de las agencias de noticias y fidelidad al formato que elegía cada consumidor. No obstante, la opción se hizo más veloz en comparación con los medios gráficos. Comenzó, además, el fenómeno de captación de la audiencia por vía del entretenimiento. La noticia tenía un lugar bien definido, pero insertado entre programas en su mayoría pasatistas.

Llegó después la televisión y produjo un sistema de revoluciones en cadena. En sus comienzos, las programaciones eran similares a las de la radio - más de un programa radial se recicló en imágenes - pero a medida que los medios técnicos lo permitieron, la noticia cobró protagonismo, hasta llegar al sitial que ocupa hoy.

A esta altura, caben algunas consideraciones. En primer término las noticias, el acontecer del momento, ha cobrado formato de espectáculo. Su impacto debe ser tan fuerte como el de un programa de entretenimientos o aún más, pues ambos son consumidos con la misma avidez.

En segundo lugar, el cambio provocado por el "zapping", potenció de manera tal manera la competencia televisiva, que la fidelidad - ese bien tan preciado aún entre los medios de comunicación - prácticamente no existe.

La potencia cultural de los "contenidos televisivos", obligó a los otros medios a modificar sus formatos para adaptarlos al que impone la televisión. Mucha imagen gráfica en detrimento del relato escrito y mucha dramatización en la radio para crear imágenes virtuales.

Hasta aquí, poco se puede criticar, excepción hecha de la disminución del saludable hábito de la lectura y del ejercicio de la reflexión. Sin embargo, la evolución es tan dinámica, que tienden a aparecer con alarmante frecuencia "agujeros negros" informativos. Casos banales exaltados a niveles de proezas y temas trascendentes rebajados a la mención efímera.

Los cambios siempre son traumáticos. Ocurre que en este campo se dan con una velocidad tal, que un mortal común a duras penas puede asumirlos. Pero no hay que esperar que el ritmo disminuya. Internet recién comienza un proceso al estilo del que vivió la televisión, pero a velocidad supersónica. Basta pensar que hoy , en nuestra sociedad, existe casi un teléfono celular por persona. Ya se puede operar desde este aparatito con internet y en breve recibiremos por el mismo las transmisiones de radio y TV.

A prepararse. Habrá que exigir a los responsables de los contenidos, que no nos hagan caer en los agujeros negros.