Noticias actualizadas las 24 horas Información clave para decidir
28 de marzo de 2024
Seguinos en
Por Federico Baraldo
Medios, política y futuro
28 de mayo de 2008
No existe el observador desapasionado. Ante un hecho, todos sin excepción, aportamos voluntaria o involuntariamente nuestra propia percepción. La sumatoria de estas opiniones forman la información que recibe el consumidor de la noticia, que a su vez la somete a su propio filtro. El conjunto de percepciones individuales, acotadas, ampliadas o retocadas de acuerdo al medio por el cual miles o millones de personas accedieron al conocimiento del hecho, constituirá el universo difuso conocido como la opinión pública.

Es difuso e innominado, pero constituye un tesoro apreciado para los medios y para quienes procuran acceder y en lo posible influir sobre él. No es poca tarea ni puede ser considerada sencilla. De hecho, los especialistas en comunicación política se devanan los sesos y acuden a las herramientas más variadas para lograr ese objetivo. Prácticamente todo vale. La seducción al periodista. La negociación con el medio. La aplicación de herramientas de marketing a la difusión del mensaje político y más.

De esta manera, se comprueba que aparecen y desaparecen medios de diversos tipo y estilo cuya única fuerza reside en la ubicación de sus portadas en carteles de vía pública. También se puede observar la puja por adquirir radios y canales de televisión, pues quien controla un multimedio gana porciones considerables de audiencia, etc. Nada de esto es nuevo. Varían los elementos o medios a disposición pero no cambian las intenciones o los métodos. En definitiva, las luchas por encontrar la mejor ubicación para colocar un cartel o pintar un mensaje callejero, son - en escala singularmente menor - de estilo idéntico a las otras, aunque separadas por varios millones de dólares.

¿Se justifica semejante afán controlador? En política todo es necesario, pero se cotiza muy alta la capacidad de influir para captar voluntades o simpatías. Las elecciones se ganan con votos y los votos se logran con el aporte del universo de opinión. Cada uno vale y - si bien existen los métodos directos, llámese clientelismo o de otros modos - continúa prevaleciendo el mayor o menor grado de influencia en la decisión individual, al momento de enfrentar una elección.

Los políticos lo saben y se someten a estas reglas de juego. Hoy se vive el auge de los directores de campaña, expertos en estrategia, en elaboración de mensajes, en captación de aliados y en planificación de medios, entre otras técnicas, siempre sujetas a los resultados que proporcionan las encuestas de opinión.

Es el panorama actual. Ningún experto en campañas políticas o en opinión pública puede ignorarlo. Ocurre que es un escenario de altísima movilidad. Las audiencias están sometidas a un volúmen de información infinitamente superior al que existía hace muy pocos años y la capacidad individual de selección no ha variado. La comunicación pólítica plantea desafíos novedosos provenientes de la masificación y la incorporación permanente de nuevos elementos técnicos y culturales.

La velocidad de los cambios llega a superar el procesamiento de su utilización y contenidos. La reflexión es útil para toda la comunicación masiva o semi masiva. Queda aún mucho por andar para esbozar el mapa fidedigno de un futuro, que está a la vuelta de la esquina.