El sábado pasado la presidenta realizó su primera conferencia de prensa. Fue un hecho novedoso en las prácticas kirchneristas cuyo anuncio alentó a imaginar algún cambio, sea en las líneas de gobierno, sea en la composición del equipo, sea en la forma de gobernar.

Era una suposición lógica luego del desenlace del conflicto con el campo y a partir del fuerte impacto político que había sufrido el gobierno por el resultado en el Congreso y el desempate de Julio Cobos.

Con ese voto y tal vez sin proponérselo, el vicepresidente le dio al gobierno un soplo de oxígeno y lo sacó de un callejón sin salida. Le abrió la oportunidad de encontrar un espacio de mayor tranquilidad y reflexión para revisar las políticas que, de no modificarse, lo llevan irremediablemente al fracaso. Pero en su conferencia de prensa la Presidenta desmintió cualquier hipótesis de cambio.

En su particular visión, el Indec y sus índices están bien, Guillermo Moreno cumple eficazmente las consignas, no habrá cambios de gabinete ni de funcionarios, volvería a instrumentar la Resolución 125 que ella considera que fue un instrumento sublime de redistribución del ingreso, los productores pequeños y las clases medias no lo entendieron y actuaron contra sí mismos engañados por los intereses del capital concentrado, los métodos de la protesta agraria fueron violentos e ilegales mientras el gobierno fue víctima de fuerzas conspirativas, etc.

En sus respuestas la Presidenta repitió los mismos argumentos que hasta un mes antes pudieron entenderse como una táctica política, pero que ahora suponemos que pretenden ocultar el resentimiento de la derrota, o que exponen abiertamente una ceguera ideológica que le impide comprender la realidad.

En algunas de sus respuestas mostró insuficiente o ningún conocimiento de los temas, en otras pareció tener información modificada. Por ejemplo, cuando afirmó que el tren bala no usará recursos presupuestarios que deban retraerse a otros destinos. No hay duda que ignora cómo opera en este caso la emisión de deuda pública y su repago. Tampoco supo como se distribuyeron en estos años los recursos fiscales entre la Nación y las provincias. Argumentos y desconocimientos deben ser compartidos por su cónyuge y jefe político, quien al final de la conferencia dijo �Cristina dio cátedra�.

La conferencia de prensa terminó de disipar dudas y expectativas: no habrá cambios. El gobierno K seguirá siendo K, con un modelo económico agotado y sin capacidad ni libreto para modificarlo. Cuando una periodista extranjera le preguntó sobre la política cambiaria respondió, entre argumentos confusos, que no había un tipo de cambio �presidencial�.

En realidad no hay política cambiaria ni un rumbo económico reconocible. ¿Calidad institucional? Según la presidenta la que hay es inmejorable. ¿Reconciliación? No. Los tonos de la Presidenta al tocar el tema de los derechos humanos reafirmaron su visión parcial y asimétrica.

El fervor que se vivió en el acto de inauguración de la Exposición Rural y el discurso crítico pero moderado de su presidente mostraron que algo cambió en el país, no en el gobierno pero sí en la sociedad. No creemos equivocarnos si decimos que hay una predisposición de la gente a apoyar un cambio y a terminar el clima de confrontación. La ausencia de toda presencia oficial en el predio de Palermo causó perplejidad pero no rencor. El cierre del stand de Tucumán cubriéndolo con paños negros fue motivo de diversión y fotografías.

La sociedad argentina desea mayoritariamente vivir en un país serio con un gobierno serio. No quiere más crisis. Quiere desarrollo en paz y seguridad. Quiere ética pública. Quien sepa elaborar y exponer esta oferta política tendrá una gran oportunidad cuando termine el ciclo K, esperemos que sin mucho más daño.

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