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Por Federico Baraldo
Primera conferencia de Cristina: modos y formas
9 de agosto de 2008
En materia de comunicaciones públicas, han ocurrido algunas novedades interesantes en el plano institucional. A las frecuentes apariciones de la Presidenta Fernandez de Kirchner en actos políticos, se agregó -hecho inusitado dada la experiencia de años recientes- su exposición a la requisitoria periodística en conferencias de prensa convocadas desde el Gobierno.

La última observación no es casual, pues de acuerdo a las recomendaciones de la Fundación Konrad Adenauer -por ella mencionada al finalizar la primera reunión- el procedimiento debería darse a la inversa. Esto significa que los periodistas deberían asumir el rol de convocantes.

No suena factible que se llegara a tal procedimiento, bastante poco usual por otra parte. No obstante, apareció con claridad la observación de una serie de recomendaciones provistas por la misma Fundación, que también forman parte del manual de los expertos en el tema.

En primer término: actitud distendida. Fue visible el esfuerzo de la primera mandataria por ofrecer una imagen desprovista de tensión y el deseo de mostrar interés y colaboración. Más aún. Quien haya podido analizar la reunión con visión crítica, habrá notado que desapareció el juego con los micrófonos, y el gesto adusto y hasta de enojo que transmitía en sus presentaciones anteriores.

Fue notoria también la existencia de algunas preguntas preconvenidas y la extensión de las respuestas cuando el tema permitió el floreo discursivo. Por el contrario, una negativa tajante cortó una de las pocas expresiones comprometidas.

Por otra parte, la organización dejó en evidencia la falta de práctica del vocero presidencial, que hasta fue reconvenido por la Presidenta ante una observación inoportuna sobre el apellido de una periodista.

Como detalles visibles, la selección de los periodistas por parte del convocante y el disgusto que ocasionó en los asistentes que las cuarenta preguntas anunciadas quedaran reducidas a algo más de la mitad, por el tiempo a veces excesivo de cada respuesta.

Una observación puede servirle a la gente de la prensa para ocasiones futuras. Ya se sabe que no cabe la repregunta, que es la mejor arma con que cuenta un periodista. ¿Qué se puede hacer? En mi opinión, acudir a las mismas herramientas que se usaron para instruir a la expositora, pero desde el lado opuesto al podio. Esto significa acordar previamente la agenda más importante y distribuir roles hasta agotar el tema.

¿Será posible acudir a este sistema sin afectar los márgenes de independencia o interés de los editores? En principio, me parece que no interfiere. Por el contrario, puede enriquecer los temas sin caer en contradicciones ni conflictos de interés. De lo contrario, puede volver a ocurrir que los periodistas participantes se retiren sin información profunda, aunque es curioso que casi no se haya usado como título el que a mi juicio dominó en la presentación.

"No me arrepiento de nada de lo que hice".

En síntesis. La Presidenta evitó la improvisacíón. Hay que hacer lo mismo desde la otra parte.