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Alejandro Ramírez
Cuando la palabra valía
9 de septiembre de 2008
Por Alejandro Ramírez
Analista Agropecuario

Todos aquellos que sobre pasamos los 40 años y tuvimos la oportunidad de comercializar algo, bien sabemos que el cerrar un trato con un fuerte apretón de manos, funcionaba mejor que firmar el más complicado contrato elaborado por estrictos abogados. Y en el mercado granarlo nacional e internacional, siempre primero se cierra verbalmente un acuerdo y luego, se envían los contratos para ser firmados por las partes. Así fue y así debería continuar siendo.

Pero lamentablemente, en los últimos 6 años, la metodología no escrita en la comercialización de granos nacional fue cambiando para peor. Entendemos que las necesidades que surgen ante las crisis económicas, golpean a los individuos involucrados haciendo olvidar sus códigos y estructuras morales y éticas.

Todo esto se agrava cuando los mercados entran en períodos de excesiva volatilidad, subiendo o bajando mucho los precios, incluso en una misma jornada de operaciones.

Así es como se puede operar a un buen precio, pero que luego termina siendo pésimo.
Ya nadie respeta a nadie. No se respetan a los clientes de otro operador, los exportadores saltan a los intermediarios –acopios, cooperativas, corredores- yendo a comprar directo a los campos, se niegan negocios cerrados ante mano, etc.

Todo esto va de la mano también de la responsabilidad ante las deudas y compromisos contraídos. La crisis del campo argentino dejó en evidencia dos grupos de personas.

Aquellos que verdaderamente estuvieron influenciados por los 120 días de parate comercial, que al no poder vender su producción , tuvieron que dejar de pagar a sus proveedores, llámese vendedores de agroquímicos, cuotas de la chata o maquinaria, etc. Pero también aparecieron los “vivillos de siempre” que subiéndose al caballo ajeno, aprovecharon esta situación para dejar de pagar sus cuentas.

Por estos días y luego de que todo tendría que haber vuelto a la normalidad comercial, nos encontramos que la actividad económica de todo el interior del país se encuentra totalmente paralizada. Y esto ocurre porque nadie quiere tomar decisiones sobre nada. Para peor, muchos tienen mercadería guardada en sus silos, pero no quieren vender porque los valores se cayeron más del 35% en menos de 30 días.

Al no vender, no pagan, perjudicando a los que les están debiendo. “Tiene soja y trigo guardado, me debe plata y no me paga…”decía con desazón un acopiador bonaerense de la zona de Junín.

Y la cadena comercial y los proveedores se ven seriamente perjudicados. Ya comenzaron los inconvenientes en las empresas que deben continuar haciéndose cargo de sus empleados, pagando los sueldos y gastos todos los meses, pero que ven que el aletargamiento de su negocio no le genera el ingreso de dinero que correspondería para esta época del año. La preocupación invade los escritorios de los importadores de insumos, los acopios, las cooperativas y los corredores de granos. Ni hablemos de los comerciantes de los pueblos y ciudades que ven como a ellos tampoco nadie les paga lo que le adeudan.

Casi todos manifestaron en su momento, en especial, LOS PRODUCTORES, que cuando finalizara la protesta, comenzarían a vender para ponerse a tono con las deudas y comenzar –aunque sea lentamente- con una normal operatoria comercial. Y también cabe destacar, que NADIE indicó en su momento que si los precios de los comodities bajaban, ellos no venderían hasta obtener mejores valores o cotizaciones altas como las que tuvimos por marzo de este año. Aquí le cabe bastante responsabilidad a aquellos comunicadores que indicaban que la bonanza de precios sería para siempre y que los valores subirían in eternum. Cosa que además de no pasar, la reversión de los valores con una clara tendencia a la baja, pasó a rozar la espectacularidad.
Hasta los funcionarios del propio gobierno nacional soñaban creyendo ser la realidad, que los precios de los granos se iban a mantener en los niveles del primer trimestre del 2008 y que nunca bajarían. ¿Ilusos, mal informados, tendenciosos aviesos? Quien sabrá.

Por eso, el dicho de nuestro abuelos y padres: “La palabra vale más que mil contratos” deberíamos volver a utilizarlo, cumpliendo sus preceptos. Porque todos queremos volver a vivir en un país donde lo que se promete se cumple, sin importar si alguna de las partes se ve perjudicada. Así es –y siempre fue- el comercio, en especial, el comercio de granos, que gozaba de transparencia y buena salud.
Gozaba….