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28 de marzo de 2024
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Por José Calero
El desafío de torcer las expectativas negativas
28 de diciembre de 2008
El principal desafío de la Argentina de cara al 2009 es torcer los nubarrones desatados por la crisis internacional y la desconfianza que aún despierta el gobierno de Cristina Kirchner entre los principales agentes económicos y financieros.

La catarata de medidas anunciadas por la presidenta en las últimas semanas, como los faraónicos planes de obra pública y las rebajas impositivas, apenas sirvió para atenuar un final de año con marcada desaceleración en el ritmo de crecimiento de la
industria y el comercio.

El hecho de que apenas una de cada diez empresas tenga previsto tomar personal en el primer trimestre del año próximo trae más complicaciones a un panorama ya de por sí incierto.

Las rebajas machacadas por el comercio, en especial los shoppings, sirvieron para atenuar el impacto de lo que podría haber sido una catastrófica caída de las ventas navideñas.

También dejó la enseñanza de que cuando los sectores productores de bienes y servicios hacen el ´esfuerzo´ de resignar parte de su rentabilidad, los consumidores responden en forma positiva.

Lo ocurrido en Navidad debería dejar una enseñanza a formadores de precios cebados por cinco años ininterrumpidos de crecimiento económico, que llevaron los precios a niveles superiores a lo aconsejable.

El riesgo es que se termine dando el fenómeno de la "profecía autocumplida", aquella que dice que el crecimiento de la Argentina se verá seriamente afectado por la caída en el precio de sus principales commodities exportables y la desaparición del poco
financiamiento que había.

El menor ingreso por recaudación en retenciones puede ser el talón de Aquiles de un modelo que financió con esos recursos buena parte de los megasubsidios a los servicios públicos y a la industria.

El estilo confrontativo del matrimonio Kirchner poco contribuye a generar el clima de concordia recomendable para que desde los distintos sectores pongan la cuota necesaria para salir de esta delicada coyuntura.

El Gobierno sigue toreando al campo, tal vez uno de los sectores que más contribuyó a salir de la crisis, cuando harían falta unas pocas decisiones para que vastos sectores de la producción agropecuaria hicieran causa común para contribuir a
afrontar esta delicada coyuntura.

Es que si bien algunos dirigentes agropecuarios están apostando al juego de la política y hasta podrían ser candidatos en las legislativas del 2009, la mayoría de los hombres de campo lo que quiere es que lo dejen producir tranquilo y con niveles razonables de presión impositiva.

Pero tampoco la Casa Rosada da las señales que viene reclamando la industria, y que mucho tienen que ver con un ajuste gradual del tipo de cambio, con la expectativa de un dólar a 4 pesos a lo largo del 2009.

Igual, el desembarco de Débora Giorgi en el Ministerio de la Producción trajo algo de aire fresco al sector fabril, que aplaudió las últimas medidas para proteger a la industria adoptadas ante el aluvión de importaciones, como las textiles.

Pero lo que sigue preocupando a los industriales es la fuerte devaluación aplicada por Brasil y otros países del Mercosur, que les restó competitividad en un mercado destinatario de buena parte de las exportaciones argentinas.

La Presidenta, que mantiene un nivel de imagen positiva de apenas el 30 por ciento -Lula Da Silva tiene 80-, arrancará el 2009 con el desafío de cambiar la imagen que tiene la gente, pero sobre todo los sectores empresarios que toman decisiones de fondo, de que las riendas económicas de su gobierno no las toma ella, sino su esposo.

Es un intríngulis político que Cristina conocía que se produciría desde que se la ungió como candidata, pero que la presidenta esperaba disipar en su primer año de su gestión, y aún no lo logró.

Encima, desde el punto de vista de las decisiones económicas, Cristina no sólo falló en echar por tierra con esa percepción, sino que la misma se profundizó entre alarmado hombres de empresa.

La idea de un Kirchner tomando con omnipotencia las principales decisiones económicas del 2009, un año electoral, eriza la piel del empresariado.

Es que, lejos de atraerlas, las posiciones extremas del ex presidente y jefe del PJ ahuyentan las pocas inversiones extranjeras que aún piensan recalar por estas pampas, y poco contribuyen a alentar el clima de negocios necesario.

Los últimos anuncios para el campo mostraron que Kirchner y el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, siguen manejando las cuestiones clave de la agenda económica.

También dejaron en situación política delicada al jefe de Gabinete, Sergio Massa, y a la ministra Giorgi, funcionarios más propensos a reanudar el diálogo como sistema de construcción política.

Algo similar ocurriría en el plano financiero, donde funcionarios como el jefe del Central, Martín Redrado, y la titular del Banco Nación, Mercedes Marcó del Pont, son proclives a dar mayor certeza a los operadores sobre cómo hará el gobierno para cumplir con el programa de vencimientos del 2009.

Néstor Kirchner prefiere en cambio apostar a tenerle la rienda corta a los operadores ultrafinancieros, ya que al fin de cuentas los considera ´enemigos´ al acecho del gobierno.

En definitiva, los Kirchner aplicarán en el 2009 el mismo esquema que los hizo fuertes desde que en el 2003 llegaron al Gobierno con apenas el 22 por ciento de los votos.

El que se porte bien, sea una provincia o un acreedor, recibirá los fondos correspondientes. El que ponga palos en la rueda, correrá el riesgo de no recibir siquiera Justicia.