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27 de abril de 2024
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Por Rodolfo Rossi
EE.UU. no sufre el impuesto inflacionario
4 de agosto de 2009
Desde el 30 de Julio de 2008 hasta el 29 de Julio de 2009, la Reserva Federal de EEUU expandió la Base Monetaria en US$ 1.176 millones, equivalente al 129,88 %.
Se destaca que, según la información oficial, el déficit presupuestario, alcanzará en el año 2009 (cierre de Ejercicio 30-09) a US$ 1.845 millones, equivalente al 12,90 % del PIB, con un endeudamiento fiscal, aprobado por el Congreso, de US$ 3.250 millones.

El financiamiento de tal déficit se está realizando con la emisión de US$ y de Bonos del Tesoro.

El hecho de que el Gobierno pueda obtener un flujo de recursos reales emitiendo billetes, se conoce con el nombre de Señoreaje. El valor en términos reales del Señoreaje es igual a la variación de la oferta monetaria dividida por el nivel de precios.

En concepto monetario primario, la tasa de inflación resultante, debería ser igual a la tasa de crecimiento de la oferta monetaria.

El Señoreaje obtenido por el Gobierno, debería ser igual a la pérdida del valor del dinero, que sufre el público, que lo mantiene en reserva. O sea que la pérdida total en el valor del dinero causada por la inflación, debería ser igual a la tasa de inflación multiplicada por los saldos monetarios reales (dinero de inmediata disponibilidad). Esta cantidad suele ser conocida como el “impuesto inflacionario” pagado por el público.

Con semejante expansión monetaria, anteriormente referida, EEUU debería estar sufriendo, fuertemente, el impuesto inflacionario. Sin embargo, EEUU, no registra inflación. ¿Cómo puede ser eso? Veamos.

EEUU tiene el privilegio de tener una moneda prominente (US$), heredera del patrón oro.

El financiamiento del desequilibrio financiero que presenta EEUU, está siendo realizado por todos los países del mundo, que aumentan su “encaje deseado en US$”.
En los últimos años, por el importante déficit de Cuenta Corriente del Balance de Pagos (alcanzó al 6,8 % del PIB, en el año 2006), EEUU ha transferido inflación al mundo (periodo 2000/2007), por la abundancia de Dólares.

Sin embargo, el dispendio del consumo y la inversión neta sobre el nivel de ingreso, en EEUU, tenía que tener en algún momento, un punto de inflexión.

La plétora de US$ y la carencia de normales regulaciones y controles en el sistema financiero de ese país, determinaron un severo desequilibrio, en virtud del cual, prácticamente, desapareció, en cierto momento del mercado, la confianza y el crédito. La “debilidad del US$” (producto de su abundancia), tuvo su exteriorización en la relación de los cambios internacionales, hasta finales de Junio de 2008. A partir de esa fecha, se hizo notable la revaluación del US$ y la recíproca desvalorización de las monedas del mundo, que duró hasta fines de Enero del 2009. En ese periodo, hizo su aparición el “Dólar fuerte”, producto de la iliquidez (liquidez nunca alcanzada) para la cobertura del desequilibrio financiero. Y EEUU, con la revaluación del US$, logró financiarse.

A partir de la nueva administración pública de EEUU (Enero de 2009) y el cambio en la estrategia de financiamiento, el Dólar reinició su “debilidad”, continuada hasta la fecha, con la aparición de los promisorios “brotes verdes”, de la recuperación económica. Y EEUU se está financiando, esta vuelta, a través de masivas colocaciones de Bonos del Tesoro, que el mundo adquiere sin vacilación.

Parecería que el mundo estuviera entrampado (en el buen sentido del término) por EEUU, que absorbe a través de la venta de US$ y Bonos de Tesoro, una buena parte de los recursos que crean los países, que para poder ser competitivos necesitan comprar Dólares continuadamente.

El impuesto inflacionario es de relativa vigencia para la economía prominente, ya que “la debilidad” del US$ es pagada - hasta con cierto entusiasmo o resignación - por el mundo.