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19 de abril de 2024
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Por Tomas Bulat
Quién produce la riqueza en la Argentina
Columna del economista Tomas Bulat publicada en El Cronista Comercial
8 de septiembre de 2010
La derecha económica, cuando habla de distribución del ingreso señala que se derrama solo en la sociedad, siempre y cuando se permita liberar las fuerzas del mercado y dejar que la economía crezca. Es el famoso “efecto derrame” que muchas veces se ha prometido en Argentina, aunque no se ha cumplido.

Cuando habla la izquierda económica hace principal hincapié en la distribución del ingreso. Da por sentado que la producción llega por un efecto derrame, es decir que la producción de los bienes y servicios llegan solos.

La derecha hace énfasis en el crecimiento y la izquierda en la distribución y ambas tienen en común que el problema que no es su prioridad se resuelve de cierta manera solo. Estas posiciones son extremas, pero ni la distribución del ingreso está dada, ni el nivel de producción está dado. Ambos para mejorar e incrementarse necesitan de incentivos de los individuos y de las instituciones.

Argentina es un país rico

Este famoso mito de que la Argentina es un país rico sumado a eso de que está condenado al éxito, logra la maravillosa combinación de que no hay que laburar mucho, (ya somos ricos) y no hay que laburar bien (estamos condenados al éxito), por lo tanto no hay mucho más que hacer que distribuir mejor la riqueza que ya existe.

El problema es que esto es mentira. Tan mentira es que cada vez somos más pobres todos, aunque, por supuesto, unos mucho más que otros. Todos somos más pobres aun nuestros ricos.

Vale como anécdota que los ricos de Brasil no sólo compran muchas empresas argentinas, sino que también compraron la cervecera Budweisser y Burguer King. Mientras, en Argentina, se sigue hablando contra el capitalismo de los EE.UU.

La creación de riqueza es un fenómeno en el que interviene el hombre: para ser más gráficos, supongamos que caminamos por las montañas en San Juan y alguien nos dice que en esa montaña hay mucho oro. La pregunta es ¿cuánto vale esa montaña? La respuesta es que hasta que se organice un grupo humano, ponga máquinas, contrate obreros, la montaña sólo tiene valor paisajístico.

Hasta que no haya intervención humana, sea en forma de capital o trabajo, dicha montaña de oro no vale nada. Por lo tanto Argentina es un país de muchas potencialidades, pero pocas realidades. Lo países no son ricos, lo hacen ricos sus ciudadanos cuando se organizan y trabajan. Por mas potencialidad que haya, si no hay trabajo y organización no hay riqueza.

La producción de bienes explica en la Argentina casi el 40% del PBI, mientras que los servicios el resto. En lo que respecta a los bienes casi la totalidad está provista por el sector privado visto desde el punto de vista de la oferta.

La producción agrícola, la producción minera, la producción industrial, es toda de origen privado. Lamentablemente con dueños extranjeros que aprovechan los bajos precios de las empresas argentinas y su falta de financiamiento que las hace poco competitivas en el mediano plazo.

En los servicios, todo lo que tiene que ver con comercio minorista y turismo es privado, y explica la mayoría de la creación de riqueza de este sector.

El estado argentino sólo provee los servicios aéreos, a través de Aerolíneas, con un déficit estimado de $ 2.600 millones este año y Aguas Argentinas, que sólo puede hacer la inversión que le subsidia el gobierno nacional.

Protegerse es la consigna

Los incentivos de los productores no son muy fuertes en Argentina. Los fuertes altibajos de la economía hace que los niveles de inversión en las empresas sean los imprescindibles y sólo se avanza en la medida que se consiguen fondos subsidiados por el Estado. Así es como empresarios y trabajadores del sector privado son los productores de bienes y servicios de la Argentina. Lo hacen con su esfuerzo y con sus capitales. Todos crean riqueza en este país, que suele ser poca, no muy eficiente e irregular.

El problema es que los incentivos que como sociedad damos es que en lugar de trabajar más y organizarnos mejor para producir más, dedicamos muchos esfuerzos para proteger nuestra riqueza.

Por eso es que en cuanto tenemos ahorros, los destinamos a los lugares donde creemos que están seguros, no donde son más eficientes. ¡Y que se resume en ladrillos y dólares!

La pregunta es si está mal que nos protejamos. No, porque la riqueza la hacemos los que trabajamos todos los días y protegernos de los cambios de este país no es malo.

Es sólo la respuesta natural de un país que no respeta ni premia el esfuerzo cotidiano de muchos empresarios y trabajadores.

La apuesta grande de la Argentina es que cuando ahorremos pensemos que la mejor opción es hacerlo en nuestra moneda y en nuestro país. Para eso hace faltan muchos años de políticas económicas serias, que no den ni a la producción ni a la distribución como hechos que se resuelven solos sino que sean resultado de reglas claras y de incentivos.