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1 de mayo de 2024
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Por Manuel Solanet
Las decisiones de fondo parecen incompatibles con el populismo del Gobierno
El titular de INFUPA y coordinador de los equipos técnicos de Recrear aseguró que el panorama económico “no es fácil” porque aún hay muchas cuestiones pendientes.
1 de enero de 2000
18-05-2005

La concreción del canje de deuda es un avance ante la alternativa de que la Corte de Apelaciones de Nueva York hubiese aceptado el embargo de bonos de la deuda.

El avance disipa una duda que tenía preocupado a los mercados y al propio gobierno.

Pero hay otras cuestiones por delante que deben resolverse: la principal, el tratamiento que se dará a los bonistas que no adhirieron y representan casi U$S 20.000 millones en bonos.

El gobierno argentino aún no ha definido esa cuestión, y están vigentes las afirmaciones de que no se les iba a pagar a los que estaban afuera del canje.

Esto resulta inaceptable en el marco de las reglas internacionales y de la relación del país con sus acreedores y con los gobiernos de las naciones donde han quedado bonistas insatisfechos.

Esto también forma parte de los puntos en discusión con el Fondo Monetario Internacional.

El gobierno argentino debe definir cuanto antes su curso de acción, lo que no quiere decir necesariamente una reapertura del canje.

Otro tema pendiente es el de la normalización de los contratos con las empresas de servicios públicos.

Las consecuencias de los congelamientos tarifarios ya se hacen notar en el campo energético y condicionan el crecimiento de la producción industrial.

La política de resolver los congelamientos tarifarios con subsidios del gobierno está creando más gasto público, fuertes distorsiones y un campo propicio para la corrupción.

El gobierno enfrenta hoy también una alta conflictividad laboral, particularmente con los trabajadores del Estado.

Esto pone de relieve la dificultad de sostener el superávit fiscal sobre la base de los retrasos salariales y de jubilaciones.

Además, no hay claridad sobre cómo se van a sustituir los ingresos extraordinarios de las retenciones a las exportaciones cuando los márgenes que permitieron introducirlos sean achicados sensiblemente.

La solvencia fiscal en el largo plazo exige iniciar reformas estructurales de las que no se habla.

La creación de empleo se tiene que apoyar en el crecimiento y en un marco flexible de reglas laborales que aliente la contratación de trabajadores.

Significa también crear un clima de inversión apropiado que permita continuar un proceso de aumento de la producción que no esté limitado por la capacidad instalada y la falta de inversiones significativas.

Como se ve, el panorama no es fácil, y exigirá decisiones de fondo que requieren solidez conceptual y no se compatibilizan con el populismo que hemos estado viviendo en estos dos últimos años.