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28 de marzo de 2024
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Por Agustín Monteverde
El mayor déficit de los últimos 20 años
El déficit fiscal -computados pagos del servicio de la deuda y maquillaje mediante- fue $ 3767 MM, 14 % mayor al de junio del 2011. Por Agustín Monteverde
26 de julio de 2012
El cuadro fiscal de junio muestra un marcado agravamiento de las cuentas públicas. · En junio del año pasado se había registrado un superávit primario de $ 934 MM.

· Este año el resultado primario se revirtió y fue negativo en $ 726 MM.

Fue el primer déficit primario reconocido oficialmente desde 2002. Y ello a pesar del maquillaje provisto por una ayuda contable de nada menos que $ 7285 MM en concepto de rentas de la propiedad ($ 5140 MM de la Seguridad Social y $ 1940 MM del BCRA).

Esto quiere decir que sin esa ayuda extra el déficit primario habría escalado a $ 8000 MM.

Aun sin maquillaje, este año cerraría con un déficit primario de al menos 0,5 % del PBI, lo que constituiría el peor desempeño de las últimas dos décadas.

· El déficit final —computados los pagos del servicio de la deuda y maquillaje mediante— fue $ 3767 MM, 14 % mayor al de junio del 2011 pese a que se pagaron $ 1200 MM menos de intereses este año.

Sin la ayuda contable mencionada, el déficit final —financiero, en la jerga de las finanzas públicas— asciende a más de $ 11000 MM. Aun contando la ayuda de las rentas de la propiedad, el año podría cerrar con un déficit final de 3 % del PBI.

· El acumulado del segundo trimestre evidencia también el pronunciado deterioro.

· El déficit final estalló 203 % respecto al mismo trimestre de 2011.

· Y el resultado primario se deterioró 55 %.

· Sin la ayuda de las rentas de la propiedad este año el déficit final del segundo trimestre habría superado los $ 14900 MM.

· Siguiendo el mismo procedimiento, el déficit final del primer semestre se ubicaría en los $ 24000 MM mientras que en la primera mitad de 2011 había sido de $ 10000 MM.

· El gobierno maneja el Fondo de Sustentabilidad del Sistema de Seguridad Social como si se tratara una empresa comercial en manos del estado, a la que se le ordeñan dividendos.

· Este adueñamiento del gobierno de supuestas ganancias del Fondo de Sustentabilidad y su apropiación para las más disparatadas finalidades (desde el Fútbol para Todos a solventar las erogaciones de los fiscales), constituye un vaciamiento progresivo de la caja previsional, perpetuando el desamparo y al defraudación de futuras generaciones de jubilados.

· Por otro lado el recurrir repetidamente a adelantos transitorios y supuestas ganancias —no realizadas ni realizables— del BCRA demuestra una tendencia a monetizar buena parte del quebranto del Tesoro.

· Cuando se analiza en detalle el cuadro fiscal, las dinámicas inversas de ingresos y gastos resultan particularmente alarmantes.

La aceleración en el deterioro de las cuentas fiscales obedece al impacto sobre los ingresos de la caída de la actividad económica frente a un gasto público en permanente crecimiento en términos reales.

· Se observa una notable desaceleración en los dos principales rubros de ingresos, impuestos y recaudación del sistema de Seguridad Social.

· En el caso de los ingresos tributarios, el frenazo es particularmente brusco: en junio aumentaron 16 % interanual —muy por debajo de la inflación— mientras que en el mismo mes del año pasado crecían 50 % más rápido.

Esta desaceleración, con una economía que se encuentra en plena contracción, podría convertirse en un estancamiento en términos nominales del principal rubro de recursos.

· La recaudación de contribuciones a la Seguridad Social también ha comenzado a sufrir una desaceleración, aun incipiente pero que se profundizará en los próximos meses: en junio aumentaron 28 % interanual frente a 33,5 % con que lo hacían un año antes.

· El crecimiento combinado de impuestos y recursos apropiados a la Seguridad Social, es 22,4 % interanual, lo que es negativo en términos reales.

· Lo grave es que estos dos rubros, además de explicar más de cuatro quintos de los ingresos, son los que más aumentan (salvo las tramposas rentas de la propiedad, que saltan más de 130 %).

· Los gastos, por su parte, siguen creciendo a un ritmo de 30 % interanual.

· Las prestaciones de la Seguridad Social, el gasto de consumo y operación del estado y el rubro otros —sumados representan dos tercios de las erogaciones corrientes— crecen 42 %, 30 % y 39 %, respectivamente.

· Esto significa que dos terceras partes de los gastos corrientes —de muy difícil reestructuración— crecen a un feroz ritmo promedio de 38,8 % interanual.

· El déficit operativo de las empresas públicas sigue alzándose en junio a un vertiginoso 97 % interanual y en el primer semestre representó casi 20 % del déficit final (y eso sin considerar otras cuentas donde la contabilidad oficial esconde el quebranto de las compañías estatales).

La pérdida de estas empresas y los misteriosos otros gastos corrientes representan tanto como 90 % del déficit fiscal de la primera mitad del año.

· Un alivio importante para los números de junio fue la caída de 28 % interanual en lo abonado en concepto de intereses de la deuda.

· Las transferencias al sector privado crecieron en junio 28 % interanual, lo que significó un salto frente al ritmo de 18 % interanual al que promedió el segundo trimestre.

En los primeros seis meses del año se gastaron más de $ 54100 MM en subsidios al sector privado. Eso equivale a cuatro veces lo erogado en obras públicas durante ese mismo período.

La semana pasada el gobierno anunció que congelará los aportes para el transporte, que representan poco más de 11 % del total erogado en concepto de subsidios al sector privado.

· Fue en las correspondientes al sector público —provincias, municipios y universidades— donde se observó una contracción en términos reales, al aumentar 20,6 % interanual en términos nominales.

Pero son las transferencias de capital para obras en las provincias las que están sobrellevando el grueso del ajuste K.

Prácticamente se estancaron en términos nominales —apenas aumentan 1 % interanual— lo que supone una muy fuerte caída en términos reales.

Este comportamiento no fue privativo de junio sino que caracterizó a los meses previos: durante el segundo trimestre aumentaron 6 % nominal interanual mientras que en el primero trepaban 35 %.

· Las erogaciones para obras públicas federales que saltaban 52 % interanual en los primeros tres meses del año, se desaceleraron a un alza de 30 % en el segundo trimestre.

· Esta trayectoria divergente entre gastos al alza e ingresos contrayéndose en términos reales sólo podrá financiarse con la continua asistencia del BCRA y nuevos manotazos al Fondo jubilatorio.

· En este marco, todo hace pensar que la ya altísima tasa de expansión de los medios de pago —la base creció en junio 33,9 % interanual— se acelerará en lo que resta del año.

· Más emisión monetaria, más presión tributaria y más controles nos condenan a los padecimientos de la estanflación y a un atraso cambiario siempre creciente.

· Esto marca una gran diferencia —en contra— con lo que vivimos tres años atrás.

· En aquel momento, la recesión originada por la crisis internacional —y ayudada por el enfrentamiento con el campo— fue acompañada de una desaceleración de la inflación, que llegó a converger a 13,5 %.

· Otra diferencia no menos significativa es que en esa oportunidad no se registró el incipiente deterioro en el nivel empleo que comenzó a observarse en el segundo trimestre de este año.

· La paradoja de una recesión conviviendo con alta inflación se explica fácilmente.

· En el presente cuadro de desconfianza y temores, retraso cambiario, tasas negativas y acelerada emisión monetaria son las únicas válvulas de escape son los bienes (precios) y el dólar marginal (tipo de cambio real). · Pero esa mayor demanda ocasional de algunos bienes no es soporte suficiente para un incremento de la actividad productiva en un clima tan enrarecido y con una economía tan cerrada.

· El agravamiento del atraso cambiario —la inflación aventajará entre ocho y diez puntos porcentuales a la tasa de devaluación— acentuará los problemas de la balanza comercial no agrícola, complicando más la actividad y potenciando las tensiones cambiarias.

· Con la soja a precios de fantasía, fuerte atraso cambiario y creciente falta de competitividad de los sectores secundario y terciario, la Argentina apunta a constituir un nuevo paradigma de la denominada enfermedad holandesa.