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28 de marzo de 2024
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Por Iván Damianovich
El progresismo que venció a los progresistas
Joaquín Piña, un jesuita progresista y desconocido hasta hace poco para el gran público, se convirtió en el aliado más fuerte de la democracia en defensa de las instituciones en la provincia de Misiones
30 de octubre de 2006
Sin aparato, y con un discurso tan básico como profundo, el obispo emérito de Puerto Iguazú, logró sortear los obstáculos del gobierno nacional, las prebendas locales y las resistencias que emergieron hasta dentro de la Iglesia.

Reunió tras de sí a un heterogéneo grupo de referentes sociales y políticos. Y a todos los dijo que su incursión en política era limitada a la elección para convencionales constituyentes. Lo repitió una vez que conoció su abrumadora victoria.

¿Desde qué lugar del progresismo logró un obispo católico frenar el intento por imponer la reelección indefinida? Desde la puesta en práctica de aquello de “predicar con el testimonio lo que se pregona desde el púlpito”.

Aunque les pese a otros obispos, Piña logró lo que muchos de ellos no: acompañó con gestos concretos los diagnósticos sociales.

Pocos días antes de las elecciones el presidente Néstor Kirchner viajó a Posadas para apoyar al gobernador Carlos Rovira. En un encendido discurso, el jefe de Estado arremetió contra la Iglesia en general y el cardenal primado de la Argentina, el arzobispo porteño Jorge Bergoglio, en particular.

Acusó a la institución de haber permanecido en silencio durante la dictadura. Pero se equivocó de escenario. No fue Misiones una provincia en la que la jerarquía católica haya hecho la vista gorda ante casos de violaciones a los derechos humanos.

Ni fue Joaquín Piña quien permaneció ajeno. Por el contrario, el obispo de Iguazú, sufrió persecuciones no sólo en Argentina sino también en Paraguay, con la dictadura del fallecido Alfredo Stroessner.

Lo sucedido en Misiones reubica las piezas políticas rápidamente. Estará en los dirigentes saber leerlas. A nivel nacional ha sido una luz amarilla que revela que, pese a los éxitos alcanzados, la ciudadanía no ve con buenos ojos cualquier intento por perpetuarse en el poder.

Desde el punto de vista eclesiástico, el resultado en la provincia norteña fortalece la figura del arzobispo porteño, considerado el principal opositor. Vendrán tiempos de acomodamiento.

En la Iglesia procuran bajar el nivel de enfrentamiento, aunque celebran que, habiendo tenido que dar una señal de contundencia, las urnas acompañaron su discurso.