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20 de abril de 2024
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Por Susana Nuti
El consumo en la mira, para el futuro inmediato
En la dinámica actual se han señalado dos motores principales: las exportaciones y el consumo. Los comodities serán uno de los componentes principales para la oferta exportadora nacional
27 de diciembre de 2006
En la dinámica actual se han señalado dos motores principales: las exportaciones y el consumo.

La fuerza de la demanda internacional, aún frente a algunos pronósticos que mencionan un aterrizaje menos suave de la economía norteamericana, augura precios sostenidos en los principales componentes de la oferta exportadora nacional, básicamente en las commodities.

Parte del desafío es mejorar la presencia en los mercados de manera sustentable, avanzando no sólo en la captación de nuevas plazas sino también ampliando el abanico de productos y servicios capaces de cruzar las fronteras en condiciones competitivas y no “artificialmente competitivas”, además de recrear pautas más estables que garanticen menor incertidumbre para-arancelaria.

En cuanto al segundo motor, su capacidad de empuje se articula a través de un set de variables claves: ingreso, empleo y precios.

Durante el 2006 el nivel salarial ha crecido en mayor medida que el IPC y el desempleo ha descendido rozando casi el dígito tan ansiado, independientemente de las consideraciones que puedan hacerse sobre la calidad del empleo.

Al profundizar el análisis se observa que, si bien ha habido un incremento de los salarios, este indicador presenta una composición que pondera en un 20% al sector informal del mercado laboral, 50% al formal y el resto al sector público, por lo que es posible segmentar perspectivas de variaciones dentro de cada porción.

Asimismo, los salarios formales, tanto públicos como privados, abarcan actividades con diferente poder de presión y es aquí donde, dada la particular manera de obtener mejoras que comienza a consolidarse, surgen las mayores tensiones.

La diferencia es que los incrementos que recaen sobre el sector privado presionan sobre otra variable considerada: los precios.

Pero antes de ingresar, brevemente, en ese aspecto, cabe señalar que sobre los ingresos incide de manera significativa otro factor: la presión fiscal, nacional y provincial, ya sea por modificaciones en los porcentajes de las contribuciones parafiscales, alteraciones en los montos de los mínimos no imponibles, ajustes en las bases imponibles, entre otros, variando cuantitativamente el ingreso disponible; todas medidas sobre las que no se han aportado demasiadas precisiones hasta ahora.

En cuanto a los precios, el peculiar tratamiento que reciben está aportando alteraciones en los precios relativos de la economía, algunas con menor capacidad de resistencia, principalmente cuando ciertos insumos forman parte esencial de la cadena productiva.

Esto puede visualizarse a través, por ejemplo, del eslabonamiento trigo-harinas-panes envasados, o petróleo-naftas-gasoil. Y obviamente, el tema clave sigue siendo hasta cuando podrá mantenerse y de qué instrumentos se dispondrá para que el efecto de “resorte presionado” sea lo menos traumático posible.

En este contexto, la tendencia de las expectativas promedio de la población con respecto a sus planes de consumo (en especial durables) ha ido creciendo, al igual que las relacionadas con empleo y, en menor medida, con ingresos, pero se encuentran con dos aspectos que las limitan: las perspectivas de inflación que no dejan de asomarse de forma insistente, en especial cuando la percepción difiere de los números, y las posibilidades de incrementar el endeudamiento que ha sido el otro facilitador de los mayores niveles actuales de gasto; se han adelantado consumos con parcial desahorro y endeudamiento de corto plazo.

Desde un enfoque más desagregado de la demanda, se pueden apreciar horizontes diferenciales por niveles de ingreso, donde los segmentos más elevados pueden incrementar sus planes en bienes y servicios de alta gama, los sectores medios avanzan en durables y regreso más firme a primeras marcas y los sectores de menores recursos aspiran a conservar el poder adquisitivo de una canasta básica y algunos durables de menor impacto en el ingreso.

No hay duda de que el consumo puede continuar con su rol activo, pero su fuerza puede llegar a debilitarse si alguna de las variables claves se resiente y las demás no pueden compensarlo.