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26 de abril de 2024
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Por Iván Damianovich
Benedicto XVI y un viaje al interior de la Iglesia
14 de mayo de 2007
La visita del papa Benedicto XVI a Brasil puede definirse también como un viaje al interior de la Iglesia, donde conviven realidades muy diferentes a las que el mundo globalizado está acostumbrado a escuchar y ver provenientes de Roma.

Joseph Ratzinger ha tenido en esta visita pastoral su primer gran desafío como sucesor de Pedro.

El octogenario pontífice desembarcó en la tierra donde más católicos hay en el mundo y donde también florecieron desafiantes aristas de la expresión religiosa cristiana: la expansión de las sectas y la ahora decadente Teología de la Liberación.

El paso del Papa alemán por Brasil admite varias lecturas que no guardan necesaria relación con el grado de empatía que logró o no con las masas que acudieron a su encuentro.

Es posible, en cambio, que haya que bucear más detenidamente en la postura teológica que Ratzinger planteó a los obispos reunidos por estas horas en la V Conferencia del CELAM.

Allí, trazó las líneas generales que, a su modo de ver, debe encarar la Iglesia en la región, sacudida en estos años por una desigualdad social acuciante y una volatilidad política que, aunque no pone en riesgos las democracias alcanzadas, tampoco definen una madurez cívica.

La conservación de los valores, el peligro de la secularización, la necesidad de demostrar que, antes que una ideología o un sistema económico, el mensaje del Evangelio es un modo de vida, es tal vez lo más sustancial de las homilías del Papa.

El “continente de la esperanza”, como lo había bautizado Juan Pablo II y como lo recordó el propio Benedicto XVI poco antes de llegar a San Pablo, afronta el desafío de lograr una Iglesia comprometida, que acompañe los pasos de la región y se convierta en misionera. Algo así como salir de sí misma e ir al encuentro de todos.

Lo que surja de la reunión de obispos de todo el continente será decisivo para la próxima década. Así lo entendió Ratzinger y fue tal vez ése el principal motivo de su viaje a Brasil.

De todas formas, más allá de los pronunciamientos públicos o privados, ha quedado en claro la necesidad de que la Iglesia católica de América Latina encuentre nuevos rumbos de acción de manera de atender las necesidades que surgen y merecen ser escuchadas en todas sus expresiones.