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26 de abril de 2024
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Por Manuel A. Solanet
Los absurdos de los que hay que salir
En la Argentina de hoy, hay absurdos que no se le pasan ni al más distraído, ni al menos informado.
25 de julio de 2007
Es posible que la gente se habitúe a ciertas situaciones y pierda la percepción de lo insólito o de lo absurdo que ellas significan. Es necesario tomar distancia para observarlas como lo haría alguien con sentido común, alejado del escenario en que ocurren. De esa forma el absurdo golpea. De todas maneras en la Argentina de hoy, hay absurdos que no se le pasan ni al más distraído, ni al menos informado. Veamos algunos.

Absurdo 1: Compramos gas natural a Bolivia a un precio de 5 dólares el millón de BTU, mientras el productor local percibe 2 dólares y en nuestras casas lo pagamos a 0,30 dólares. La inversa de cualquier escala lógica de comercialización. Pero eso no es todo. Los más pobres, que no tienen conexión a la red y cocinan con gas licuado en garrafas, pagan 15 dólares el millón de BTU.

Absurdo 2: La provisión de electricidad y el transporte urbano muestran distorsiones similares. El congelamiento de las tarifas obliga al gobierno a sostener una maraña de subsidios y compras de combustible a pérdida. A pesar de esta compensación oficial, no hay obviamente inversiones y existe desabastecimiento. Para no afectar las posibilidades electorales del oficialismo, se mantendrán los congelamientos – así lo confirmó el nuevo ministro Peirano - y se privilegia el suministro a los hogares y comercios. Pero las empresas industriales deben parar sus máquinas entre las 16 y las 24 horas. Hay 2.108 millones de pesos de facturas impagas en Cammesa por subsidios y compras a pérdida. Con este dinero, se podría haber construido una central de 900 megavatios y entonces no haber tenido necesidad de pagar esas sumas a fondo perdido.

Absurdo 3: Entre regalías y derechos de exportación, el estado argentino se queda con el 60% del precio internacional del petróleo producido. Esto hace posible que las naftas y el gas oil valgan en la Argentina menos de la mitad que en los países vecinos y menos de un tercio que en Europa. Pero esto es artificial. Nadie invierte en petróleo en la Argentina si en otro país puede obtener el precio internacional. La consecuencia es que pasaremos pronto a ser importadores de petróleo, luego de casi dos décadas de ser exportadores.

Absurdo 4: La exportación de leche en polvo está sujeta a un derecho de exportación móvil que absorbe todo lo que el precio supere los 2.100 dólares por tonelada. Mientras que aumenta la demanda mundial de leche y su precio internacional crece, la producción argentina disminuye. Si se mantiene esta política llegaremos a convertirnos también en importadores de lácteos.

Absurdo 5: Gran cantidad de escuelas cierran por falta de calefacción. En el Hospital de Clínicas no andan los ascensores desde hace mucho tiempo. La seguridad no está ni remotamente protegida. Sin embargo el número de empleados públicos crece a un 6% anual y el gasto público al 42%.

Absurdo 6: Los técnicos y empleados del INDEC reaccionan con un paro de protesta y presentan un reclamo a la Justicia. No es por sus salarios, sino en rebelión profesional porque el gobierno los obliga a adulterar las estadísticas que procesan. Esto viene sucediendo desde hace meses con la más extrema desfachatez de los responsables. Un severo dictamen del Fiscal de Investigaciones Administrativas no ha tenido respuesta del gobierno.

Y en lo institucional:

Absurdo 7: El Presidente de la Nación designa a dedo al candidato del partido oficial para sucederlo. La elección recae en su cónyuge.

Absurdo 8: Los jueces son sometidos a juicio político y destituidos por el contenido de sus sentencias.

Absurdo 9: Cualquier persona o grupo, alegando protesta social, corta una calle, una ruta o un paso de frontera. Las fuerzas del orden no los desalojan, sino que los protegen.

Absurdo 10: Un pequeño pero agresivo grupo de estudiantes impide por meses la reunión de la asamblea universitaria para la elección del rector.

La lista de absurdos puede llevar varias páginas. No es necesario enumerarlos. Basta revisar la crónica periodística diaria. Lo que podemos decir es que la historia ha demostrado que la acumulación de absurdos termina siempre en una inevitable corrección y que casi sin excepción esta es impuesta por las circunstancias y a pesar de los esfuerzos de los gobernantes por mantener aquellos absurdos. Tanto mayor es el trauma y los costos de la corrección cuanto más se demore en rectificarlos. Por cierto que es preferible una corrección voluntaria, ordenada y racional. Pero esto no parece esperable del actual gobierno, ni tampoco del de la señora de Kirchner si llegara a ser elegida, a no ser que cambie en 180 grados la orientación de las políticas. Esto no surge de su discurso de lanzamiento de campaña. Es necesario además una clara corrección en la ética de la gestión, además de la superación del populismo demagógico y del desprecio por las instituciones de la Constitución. No sólo habrá que corregir los absurdos sino necesariamente poner en marcha reformas estructurales en el sector público y recrear un marco institucional y de confianza apropiado para la inversión. Pero sería bueno que la corrección ocurriera prontamente, ya que algunos de esos absurdos crecen como tumores que deben extirparse para recuperar la salud de la República.