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19 de abril de 2024
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Por Manuel Solanet
Dificultades ciertas y cadáveres en el ropero
Argentina atrevesó siete default, lo que demostraró que se llega a un límite de endeudamiento por encima del cual el costo de obtener un peso o un dólar de deuda adicional se hace inaccesible
28 de agosto de 2007
Charles Dickens decía que la diferencia entre la felicidad y la miseria podría ser de sólo dos peniques: el tener un gasto un penique por debajo o uno por encima del salario. Esto vale tanto para una persona como para un gobierno mientras no haya quien les preste indefinidamente. Lamentablemente el gobierno argentino no tiene esta última posibilidad. Los siete default por los que atravesó en su historia demostraron que se llega a un límite de endeudamiento por encima del cual el costo de obtener un peso o un dólar de deuda adicional se hace inaccesible. Este límite es tanto más cercano cuanto menos confianza institucional y no sólo financiera despierte un gobierno. La Argentina ha hecho la peor letra en ese sentido.
Sin haber salido totalmente del default hoy el gobierno vuelve a percibir dificultades financieras en su horizonte. El gasto está creciendo a un ritmo vertiginoso y el superávit se está reduciendo también rápidamente. La contrarreforma previsional implementada este año le ha permitido al fisco hacerse de los fondos acumulados de las cuentas particulares de cientos de miles de aportantes a las AFJPs. Este dinero fue contabilizado como un ingreso corriente cuando debería ser retenido y capitalizado en un fondo especial para enfrentar el pago de las futuras jubilaciones. La mala noticia es que si se excluyen estos recursos, el gobierno nacional no hubiera alcanzado a generar en junio y julio pasados un superávit primario suficiente para poder pagar todos los intereses de la deuda. En otras palabras ya tendríamos déficit financiero en los dos últimos meses.
Antes de fin de año ya no habrá más cuentas particulares de futuros jubilados para apropiarse. Además, si no se descongelan tarifas de servicios públicos y no se sinceran precios, el gasto en subsidios seguirá creciendo. Por otro lado, en un clima electoral se enfrentan pedidos reconocidamente justificados de aumento a jubilados y empleados públicos. Hay también provincias con déficit que reclaman transferencias. Pueden encontrarse otros cadáveres en el ropero: por ejemplo sentencias judiciales y del CIADI adversas al estado que habrá que pagar; deudas acumuladas por Cammesa a generadores de energía eléctrica; normalización pendiente de la deuda con el Club de París y con los bonistas que no adhirieron al canje; etc. Un cuadro ciertamente difícil que requeriría una administración seria, dispuesta a correcciones de fondo. Pero no es esto lo que hoy tenemos.
¿La tendremos después del 10 de diciembre? Las ofertas electorales no son claras, pero si votamos bien seguramente ayudaremos a esta posibilidad.
Manuel A. Solanet