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La misteriosa muerte de Juan, el poderoso hermano de Evita
Hace 55 años se descubría el cadáver de Juan Duarte, muerto en circunstancias muy confusas en su casa de Recoleta. Fue un “Don Juan” y un hombre de mucho poder
9 de abril de 2008
Por Roberto Aguirre Blanco

Esa lluviosa noche del 9 de abril de 1953 en Buenos Aires sucedieron hechos muy extraños que involucraron la política, la corrupción y la lucha por el poder durante el segundo gobierno justicialista de Juan Domingo Perón.

Esa madrugada, solo, abandonado de la mano protectora del general, murió, Juan Ramón Duarte, el hermano de Evita, quien tenía sólo 39 años y había gozado hasta muy poco tiempo antes de un poder inigualable.

Juancito, como lo llamaba su hermana, murió a nueve meses del fallecimiento de Evita y fue ese lapso el duro proceso de su caída personal que incluyó denuncias de corrupción, persecución por parte de sectores cercanos al poder y el abandono de la confianza de Perón, de quien era su secretario personal.

Los manejos sin discreción que realizó durante años de negocios a la par de su actuación como persona de confianza del presidente lo hizo millonario y mientras vivió Evita nadie se animó a “tocarlo”.

Sin embargo, después de julio de 1952 su buena estrella de “Don Juan” y hombre de la noche se apagó abruptamente, y tras ser denunciado por supuestos manejos fraudulentos de fondos fue investigado por una comisión anticorrupción.

El mismo Perón, en un mensaje radial a todo el país, dejó en claro –presionado por la opinión pública, la oposición y grupos de militares cercanos al presidente— que de comprobarse estos hechos se iría hasta las últimas consecuencias. “Ni siquiera si fuera mi padre será perdonado. Robar al pueblo es traicionar a la patria”, dijo el general.

Fue la partida de defunción para Juancito, que ya no era recibido por Perón y tres días después de ese discurso apareció en su casa con un tiro en su cabeza.

Se habló de un suicidio, pero también se especuló con la actuación de grupos de inteligencia que actuaron para hacerlo desaparecer. Nadie investigó y todo se cerró con la “versión oficial”.

Años después se reveló que Duarte tuvo muchos contactos con ex jerarcas nazis que negociaron directamente con él el ingreso al país, además de ser el “monje negro” de muchas operaciones del gobierno peronista.

No fue ese “trabajo” el que lo perdió sino su actitud de "vivir a pleno" la vida, teniendo aventuras amorosas con las mujeres más deseables del momento, muchas de ellas famosas actrices de la época que caían seducidas por el embrujo de este hombre que ostentaba poder y mucha “pinta”.

Elina Colomer, Fanny Navarro y muchas más mujeres de la época fueron sus amantes, y ese trajinar de “Don Juan” le permitió ganarse el apodo de jabón Lux: “Nueve de cada diez estrellas lo usan”.

Fue enterrado en el cementerio de la Recoleta, junto a su hermana, en un acto donde la madre de ambos gritó a los cuatro vientos que le habían “matado a dos hijos”. Al igual que Evita, tras el Golpe de la Revolución Libertadora , en 1955, su cuerpo no tuvo paz.

Un grupo de paramilitares exhumó el cadáver, le cortó la cabeza y lo exhibió durante eternos interrogatorios a dirigentes peronistas, en lo que fue parte la persecución a la cual fueron sometidos los seguidores del ex presidente.

El hijo ilegítimo del estanciero Juan Duarte de Junín, el joven que fue repartidor de farmacia y vendedor ambulante tuvo una vida de película, de poder, fama y ocaso en apenas siete años.