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Destino Sudáfrica: Brasil desató el primer carnaval en Suecia
El Mundial de 1958 sirvió para dejar atrás el funeral de 1950 para los brasileños. El primer título de cinco que ganó en la historia. El debut de Pelé. El desastre de Argentina
23 de mayo de 2010
Por Roberto Aguirre Blanco

Tuvieron que pasar ocho años de duelo para que la selección de Brasil pudiera sacarse de encima el estigma del Mundial de 1950 que se concretó en Suecia, puntapié inicial de los cinco títulos que conquistó en la historia del torneo más atractivo del planeta.

No fue un campeonato más, fue el certamen además donde surgió la figura inigualable del un chiquilín de 17 años destinado a maravillar al mundo del fútbol: Edson Arantes do Nacimento, Pelé.

Brasil, con un equipo maravilloso con figuras de la talla de Didi, Vava, Garrincha y Mario Zagallo, entre otros ganó una final espectacular la derrotar a Suecia 5 a 2, en una demostración de juego sutil y atractivo inolvidable.

El equipo sudamericano se transformó en la primera selección de este continente en alcanzar la Copa Jules Rimet en tierras europeas en la sexta disputa de la cita mundialista.

El torneo también dejó para la memoria la marca del delantero francés Just Fontaine, quien anotó 13 goles y así se transformó en el mayor artillero de un torneo mundial hasta la fecha.

Fontaine fue el propulsor de una selección gala que llegó al tercer puesto tras vencer en esa definición a los defensores del título, Alemania Federal, a quien derrotó por 6 a 3.

En ese mundial jugado en tierras nórdicas, Argentina regresó a las competencias internacionales luego de 24 años -la última vez fue en Italia 1934 con una actuación decepcionante.

Argentina integró el grupo 1 junto y allí perdió en el debut ante los campeones del mundo, Alemania, por 3 a 1, luego derrotó a Irlanda del Norte por 3 a 1 y cayó estrepitosamente en el cierre de la serie ante Checoslovaquia por 6 a 1.

Esta goleada fue la pero derrota de Argentina en los mundiales y su participación una de las peores junto a la registrada en el fracaso de Corea-japón 2002, en ambas eliminadas en primera fase.

Los participantes de esta cita fueron 16 selecciones: Brasil, Suecia, Francia, Alemania Federal, Yugoslavia, Gales, Unión Soviética, Irlanda del Norte, Checoslovaquia, Hungría,
Inglaterra, Paraguay, Argentina, Escocia, Austria y México.

Los grandes ausentes productos de la eliminación en la etapa previa fueron Uruguay, quien cayó ante Paraguay y los bicampeones del mundo, Italia.

En los cuartos de final, los locales derrotaron a los soviéticos (2-0); Alemania a Yugoslavia (1-0), Francia a Irlanda del Norte (4-0) y Brasil a Gales por 1 a 0, con el primer gol en un mundial de Pelé.

En semifinales se vio lo mejor de los brasileños que dejaron en le camino a los franceses en un partidazo que terminó 5 a 2 y los suecos accedieron por única vez a una final tras vencer a los alemanes 3 a 1.

La empresa Eurovisión, que había nacido con la disputa del torneo anterior, ya era una organización internacional con cierta experiencia en el todavía naciente negocio de la televisión.

El 29 de junio, el Rusanda Stadion de Estocolmo fue testigo de la consagración de un fútbol que llenaría los ojos hasta el presente.

La desventaja inicial no desvió en nada la maquinaria brasileña, menos aún lo consiguieron los pronósticos que aseguraban que el campo barroso perjudicaría a hombres pesados como Nilton Santos o Bellini.

Un desborde típico de "Mané" Garrincha sirvió para que Vavá igualara el encuentro y posteriormente, como una fotocopia del primero, llegó el gol de la ventaja.

Desde ese momento todo fue de Brasil, que ejerció una superioridad abrumadora, y en el segundo tiempo, una brillante jugada de Pelé definió el rumbo del partido.

El gol aniquiló las esperanzas suecas y, por el modo, colocó a Pelé en el sitial de "Rey del Fútbol".

Durmió la pelota con su pecho, hizo un sombrero y la colocó junto a un palo, para luego, el mismo Pelé, Zagalo y Simonsson decoraron el marcador.

El final desató un carnaval en las frías tierras vikingas y por efecto de la radio en todo el Brasil, fue un acto de justicia, para que ocho años después los "verde-amarelos" dieran rienda suelta a otra fiesta: dejaban atrás un funeral y habilitaron una boda, la consecuencia lógica de un romance entre el "jogo bonito" y la Copa del Mundo.